María Laura Cicerchia / La Capital
Los vecinos del barrio San Francisquito lo conocían como Don Sosa. Era albañil, tenía 53 años, y ayer a la mañana fue hallado muerto a puñaladas por un vecino que fue a despertarlo para que saliera a trabajar. Las manchas de sangre que quedaron a lo largo del pasillo donde está ubicado el rancho de Sosa daban cuenta de que el hombre fue acuchillado en la vereda, en lo que la policía investiga como un supuesto robo a mano armada que el hombre resistió hasta morir. El asesinato ocurrió en la entrada al pasillo de Rueda 4067, poblado por casitas precarias de material y chapa entre las que se encontraba la de Rodolfo Emilio Sosa, un albañil de 53 años que desde hacía más de diez vivía solo en el asentamiento. El hombre era alcohólico pero eso no le quitaba el aprecio de sus vecinos, entre los cuales se encontraban sus mejores amigos. Uno de ellos, Jesús Ramón Martínez, solía ir a visitarlo los lunes a la mañana o invitarlo a tomar unas copas en su casa, ubicada frente a la de Sosa. Pero desde que el albañil había conseguido trabajo en una obra en construcción de 27 de Febrero y Corrientes, cada mañana iba a despertarlo para que no llegara tarde. Ayer, Martínez se acercó a la vivienda y se sorprendió al encontrar abierto el portón de ingreso al patio delantero y la puerta del rancho. Sosa, vestido con un vaquero, remera azul, camisa y campera, estaba sentado sobre una silla y con la cabeza y los brazos apoyados sobre la mesa, con un profundo tajo en el torso y un corte en la muñeca. El lugar estaba lleno de sangre. El amigo de la víctima llamó por teléfono al Comando Radioeléctrico y a una ambulancia del Sies. Cerca de las 9 de la mañana, el médico que examinó al albañil diagnosticó que había muerto desangrado y llevaba de tres a cuatro horas sin vida, según revelaron fuentes policiales. Tenía dos heridas punzocortantes en la espalda, una en la axila izquierda, otra en la pierna izquierda, un tajo en el cuello a la altura del maxilar derecho, un puntazo en la muñeca derecha y tres cortes pequeños en la mano izquierda "de carácter defensivo". Aunque en el pasillo nadie escuchó gritos ni pedidos de ayuda y sólo el torear de los perros advirtió de algún movimiento extraño, el crimen habría ocurrido a pocos metros de allí. Los investigadores suponen que Sosa fue atacado en la vereda y luego caminó malherido hasta su casa. En el camino debió sostenerse varias veces y en las paredes quedaron las manchas de sangre que un grupo de chicos del lugar exhibía ayer con asombro a los cronistas de La Capital. La ausencia de algunas cosas de valor llevó a los investigadores a pensar que lo mataron para robarle la billetera, con 10 o 20 pesos, el DNI y una vieja radio. Un hijastro de Sosa, Sergio Acosta, de 32 años, revisó la casa y detectó que, además, faltaba una camisa de seda. Los investigadores suponen que Sosa sufrió un robo callejero cuando volvía o salía de su casa y que, al resistirse, los ladrones lo apuñalaron y asaltaron sin ingresar en su casa. "Hacía mucho tiempo que el hijastro de la víctima no lo iba a visitar, por lo tanto no sabemos si a la camisa la conservaba o la había vendido. Además la bicicleta que usaba para ir a trabajar no fue robada", afirmó un vocero policial. Después de seguir algunas pistas, ayer a la tarde la policía detuvo a uno de los dos hombres sospechados de haber cometido el crimen. Se trata de Luis Bentos, de 23 años, que vivía a escasos metros de Don Sosa. En su casa hallaron ropa con manchas de sangre, aunque no encontraron el arma homicida ni el documento de la víctima, indicó un vocero. Bentos fue detenido tras dos allanamientos realizados en el barrio por personal de la Brigada de Homicidios y la comisaría 13ª. Otro hombre, también sospechoso, se encuentra prófugo. Los policías sostienen que el crimen fue visto por otros vecinos y esperaban los testimonios para aclarar lo que le ocurrió al albañil.
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