¿Cuál es la diferencia entre la ayuda económica para los damnificados por las inundaciones ya anunciada y la que hoy trae el presidente Kirchner?, preguntó el viernes La Capital. "Esa es una buena pregunta", respondió un altísimo funcionario provincial haciendo una mueca de ironía. En rigor, el nuevo aporte llegó de la mano de la ayuda humanitaria enviada por la Unión Europea: 980.000 euros -unos 3 millones de pesos- para viviendas temporarias, seguimiento nutricional y promoción de higiene. Todas las restantes medidas ya estaban conversadas, algunas promocionadas y otras habían sido anunciadas oficialmente por el presidente anterior, Eduardo Duhalde. ¿Fue eso lo que Reutemann quiso poner de manifiesto al agradecer la visita y preocupación de Néstor y a renglón seguido también agradecer la visita que Duhalde hiciera en mayo?
En esa oportunidad, el bonaerense había dado a conocer el paquete de medidas de ayuda que, en rigor, es casi el mismo que el viernes otra vez recitó Kirchner. Reutemann, a quien le preocupó poco disimular por momentos su incomodidad por el rol de partenaire que durante cuatro horas tuvo que desempeñar, incurrió incluso en un acto fallido: llamó a Kirchner gobernador y se mencionó como presidente. Si estos furcios, como teorizan algunos psicólogos, son una traición de nuestro subconsciente al hacernos formular en voz alta un pensamiento íntimo, queda claro lo que el gobernador estaba pensando en ese momento. Que para nadie pasó desapercibido por cuanto, apenas terminó de hablar el Lole, el locutor oficial cerró diciendo que "se ha escuchado la palabra del señor pres... gobernador de Santa Fe".
Si la jornada se desarrolló en el clima tan distendido y amigable que declararon funcionarios nacionales y provinciales por igual, ¿cómo se explican los gestos que parecieron contradecir esos dichos? ¿Por qué la prevención de Kirchner a hablar de cuestiones políticas? ¿Quién le dijo al presidente que ir a Santa Fe equivale a hablar exclusivamente de la inundación del Salado? Y, finalmente, si exclusivamente fue por esa razón, ¿a qué fue realmente? Decir que viajó para acercar una ayuda que estaba concedida no suena del todo bien. Si viajó para hablar con los evacuados cabría recordar que por razones de tiempo no pudo recorrer un centro de evacuados y que los contactos que tuvo con damnificados fue presión y aguante de éstos, que lo esperaron varias horas.
No sólo ayuda monetaria
Se sabe que el presidente llegó a Santa Fe, además, a tratar cuestiones políticas y partidarias. Para algunos, a marcarles la cancha a los santafesinos con una demostración de voluntad que incluyó un poco de todo. Imposturas, sobreactuación y recelos. Y, obvio es decirlo, ambas conductas se verificaron tanto en visitantes como en anfitriones.
Kirchner desmintió haber exigido tiempo atrás -durante la visita que miembros de su gabinete realizaron a la capital provincial- la unificación de las elecciones provinciales con la de legisladores nacionales en una misma fecha y la utilización de la boleta sábana conteniendo la totalidad de los cargos. El viernes nadie le avisó al presidente que en los días previos a que él llegara con su desmentida casi no quedó funcionario del gobierno provincial que no hubiera admitido que Reutemann convocó a elecciones unificadas para el 7 de septiembre y la Legislatura debate y se apresta a aprobar la boleta sábana por presión nacional. ¿Quién miente? \Reutemann, acostumbrado a llevarse las ovaciones, besos y vivas delante de cualquiera -y de eso pueden dar fe los ex presidentes Carlos Menem, Fernando De la Rúa y Duhalde-, no sólo recibió algunos insultos el viernes de vecinos enojados por el accionar gubernamental en torno a la crisis hídrica, sino que tuvo que contentarse con ver a prudente distancia cómo los santafesinos (incluido el personal de la Casa Gris que para ello abandonó sus oficinas) vivaron, alentaron, besaron y ovacionaron a Kirchner. Los papeles parecieron invertidos. Como la historia quiso que fueran. Y, más allá de su fallido, Kirchner se mostró como el presidente que está llegando y el Lole como el gobernador que se está yendo, aunque de un modo que seguramente no imaginó.
Aún así, Reutemann sigue siendo el principal elector y figura del oficialismo santafesino e insoslayable a la hora de trazar cualquier estrategia en este territorio. Algo que marca la verdadera diferencia de los tiempos porque no hace mucho no había dirigente peronista (y esto incluye a Menem y Duhalde) que hubiera podido o se hubiese animado a armar algo en los dominios del hombre de Llambí Campbell. El Lole no había dejado a nadie sentarse a su mesa de estrategias y menos compartir esas decisiones. Ahora, al menos en apariencia, parece que no tuvo más remedio que ceder. Quizás esto explique más acabadamente el viaje presidencial.
Con sabor a venganza
"Pactamos con el Lole, no lo enfrentamos", admitieron los hombres del presidente con satisfacción. El viaje tuvo como objetivo poner en escena al presidente en otra provincia más, aunque no se trate precisamente de una más sino aquella en la que el santacruceño salió cuarto el 27 de abril, Elisa Carrió ganó en las principales ciudades y Menem se llevó la diferencia (muy poca) en su favor. Y si ese pudo ser un objetivo o al menos un gustito personal, Kirchner le copó la casa al gobernador que le retaceó el apoyo con una prescindencia que siempre fue criticada de simulada. ¿Alcanza para leerlo como una demostración de fuerza? Fue un mano a mano, es cierto. Los ministros nacionales mantuvieron un bajo perfil y prácticamente no formularon declaraciones públicas.
Hubo ausencias notorias, pero aún es muy pronto para dilucidar su verdadera significación. Los diputados nacionales Julio Gutiérrez y Jorge Obeid, los más encumbrados hombres de la política santafesina que militaron en Santa Fe la candidatura presidencial del patagónico (ambos aspirantes a suceder al Lole en la Gobernación, para colmo), no estuvieron. ¿Por qué? Se escucharon explicaciones para todos los gustos. No faltaron quienes dijeron desconocer los motivos. Otros especularon con "un gesto" de Kirchner al Lole, que no quiere ni a Obeid ni a Gutiérrez -según dicen en la Casa Gris- para entregarle la banda. Y otros aseguraron que el presidente cambió de caballo para cruzar el Salado. Norberto Nicotra está convocado en Buenos Aires, donde seguirá el ablande para que encabece un sublema que pueda contener al peronismo rosarino (o parte de él) mientras los intendentes nucleados por Juan Carlos Mazzón se dedican a cerrar heridas, olvidar posicionamientos y encolumnarse detrás de los liderazgos nacional de Kirchner y provincial de Reutemann.
Kirchner tenía pensando visitar la capital provincial recién mañana y sin mayores excusas el jueves avisó que lo anticipaba al viernes. El primer sorprendido fue el Lole y por momentos en la jornada su cara no lo disimuló: lo vivió como un viernes 13.