 |  | cartas De Rosario a Victoria
 | El sábado 7 de junio, alrededor de las 13, crucé por el nuevo puente desde Rosario y en dirección a Victoria. Al llegar a la estación de peaje me pregunté cuál sería el motivo por el cual, a pesar de haber una fila de más de 200 metros de autos y camiones, no habilitaban más cabinas, ya que tan solo una estaba operando. En ese momento decidí contar el tiempo que transcurriera hasta llegar a la cabina. Fueron algo más de 6 minutos. Al llegar le pregunté al empleado cuál era el tiempo máximo de espera en la fila antes de que habilitaran una segunda cabina. El empleado no sabía. Me negué a pagar. Yo entendía que, en esas circunstancias, no estaba obligado a pagar el peaje. Se presentó el supervisor para decirme que debía pagar. Le dije que estaba equivocado y que me mostrara el reglamento del usuario que, dicho sea de paso, no está disponible en la estación de peaje del puente. El supervisor -de nombre Luis Fornasari- viendo que no tenía argumentos levantó la barrera y yo me estacioné al costado. Fornasari completó, con los datos que extrajo de la cédula verde y el carné de conducir que yo le entregué, un "acta de no pago" indicando los motivos del no pago. El acta, en su texto, indica que se firman 2 ejemplares de la misma, pero cuando pregunté dónde estaba mi copia resultó que no la había, de modo que hice incluir en el texto que no se me estaba entregando la copia correspondiente. El acta fue firmada por el supervisor, por mi mismo y por una persona de Gendarmería Nacional. El domingo 8 de junio, alrededor de las 15, en mi viaje de regreso a Rosario, transité nuevamente la concesión en el sentido contrario (de Victoria a Rosario) y descubro que, si bien había 2 cabinas funcionando para el sentido en el que yo circulaba y las 4 restantes funcionando para quienes viajaban de Rosario a Victoria, las filas de autos y camiones eran eternas. Me armé de paciencia y esperé casi 9 minutos en la fila (poco tiempo si consideramos que las filas de autos que iban hacia Victoria eran mucho más largas, de unos 600 metros, y que seguramente se verían obligados a esperar más de 30 minutos pese a que muchos "se quejaban" haciendo sonar las bocinas). Me negué nuevamente a abonar el peaje, se presentó el mismo supervisor, ya sin cara de sorpresa, y completamos la misma acta de no pago. Me negué a pagar porque entendí que no correspondía y porque esta vez, contrario a lo que suele pasar cuando uno viaja por trabajo, tenía otros 15 minutos para perder (en el sentido de disponer de tiempo) completando el acta correspondiente. El lunes 9, antes de llamar al 0800-222-7836 de Occovi, el Organo de Control de Concesiones Viales, para sugerir que les soliciten a las empresas concesionarias de este tipo la colocación de un cartel o "sticker" con alguna leyenda tal como "No lo haremos esperar más de tanto tiempo", llamé a Puentes del Litoral, empresa concesionaria de la traza Rosario-Victoria; y pregunté cuál era el tiempo máximo de espera antes de que levanten las barreras y descongestionen el tránsito. La operadora, de nombre Rosario, me dijo que no hay un tiempo máximo, que no están obligados a levantar las barreras y que el usuario tiene que pagar si quiere pasar. Esta señorita no está al tanto de que existe un Reglamento del Usuario que dice que el tiempo máximo de espera es de 4 minutos para los carriles de automóviles y 5 para los mixtos (autos, ómnibus, camiones) y la extensión máxima de las filas de autos, de 20 coches; pasados esos límites la empresa concesionaria debe levantar las barreras y hacer fluir el tránsito. Mauricio A. Bisellach
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