 |  | Personajes y destinos: El Mapocho chileno no es el Sena, pero...
 | Héctor Barreiros (*)
Cuando uno, además de disfrutar del oficio de actor que le ha permitido conocer diversos lugares del mundo, es periodista y tiene la mirada inquieta, suele ver o advertir en sus viajes cosas que tal vez a otros viajeros (sobre todo si son turistas presurosos), les parecen nimias o directamente no las ven. Desde el 30 de marzo hasta el 26 de mayo de este año actué en Santiago de Chile (que no conocía), y como los actores trabajamos de noche, disponía de todo el día para conocer esa hermosa y extensa ciudad. En mis caminatas desde Providencia, área donde estaba mi alojamiento y el teatro donde actuaba, casi siempre daba de plano con el río Mapocho. Lo mismo que sucede en París, que vaya uno adonde vaya siempre se topa con el Sena. Pero ¿porqué este pequeño y potente río americano me sedujo más que el francés? Por su empuje, porque va a la par de la Alameda, por la fuerza con que el agua desciende desde la cordillera y el rumor que ello produce. De modo que el Mapocho pasó a ser uno de los recuerdos más bellos que traje de Chile. En esos días, por la zona cercana a plaza Italia y al barrio de Bella Vista, próximo al cerro donde está "La Chascona", que fuera la casa santiagueña de Neruda, lo estaban "domesticando". Es decir, habían cambiado su curso para realizar trabajos de urbanización en su lecho. Claro, lo estaban preparando para el turismo, para que se parezca un poco al Sena y no sea tan arisco. Eso hacía que al haber achicado sus márgenes, el torrente de agua bajara con más fuerza, lo que provocaba que el rumor fuera a su vez, más potente. ¡Cuántas noches me acerqué a oírlo en alguno de los puentes que lo cruzan con tránsito ruidoso y multitud de personas! Esa es otra de mis observaciones: la cantidad de gente que transita por las calles de Santiago a toda hora. Desde los muchos estudiantes que se ven en el Metro, en las calles a la salida de las muchas universidades y escuelas, hasta los borrachos y travestis que circulan por la avenida Vicuña Mackenna hasta la madrugada. Entre el Mapocho y la gente apacible y obsequiosa, la ciudad, que sube ahora hasta Las Condes y conserva su sector tradicional, con sus impecables líneas de Metro, la Biblioteca Nacional, el Museo de Bellas Artes, el de Antropología, con la limpieza y el orden que se advierten a cada paso, así como en La Pintana u otros barrios aledaños. Tomando el Metro que va hasta La Florida, que luego se convierte en tren elevado, uno puede mirarlo todo, hasta el "smog", que hay días en que impide ver la cordillera que está ahí, dominando el panorama. ¡Lástima que así como yo y otros muchos descubrimos y gustamos del Mapocho, los chilenos, que creen que la Argentina es Buenos Aires y Mendoza, no sepan que existe este río grande y hermoso que tenemos aquí: el Paraná! (*) Actor, director de teatro y periodista
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