Isolda Baraldi / La Capital
Conmoción. Tal fue el estado que se percibió ayer a la mañana en la Escuela Nº257, de Mitre y Pellegrini, donde un alumno de octavo año de la EGB fue a clases con un arma. A partir de rumores de los propios estudiantes los directivos dieron cuenta a la policía, que rápidamente llegó al lugar a bordo de tres móviles. Después de dos horas de un agitado operativo, los efectivos retiraron al chico del establecimiento y secuestraron un revólver calibre 22 sin municiones. "Las armas son una realidad en las aulas", admitió el director de SOS Escuela, Fernando Tavela, quien también se hizo presente en el lugar. El estudiante de 14 años, de nombre Johnatan, es un alumno con buena conducta, y sus compañeros se sorprendieron por su actitud. "No tiene problemas con nadie, no sabemos por qué trajo un revólver", dijeron al unísono los alumnos. Sin embargo, otros adolescentes que también cursan en el establecimiento admitieron que es frecuente vivir estas situaciones. "Acá traen navajas, cualquier cosa", dijo una chica de 14 años, y pidió: "No digas mi nombre porque me matan". Johnatan vive en el Fonavi de Grandoli y Gutiérrez, y su padre es vendedor ambulante de churros. "Gente de trabajo, nada más", afirmó la psicóloga de la escuela, Victoria Rodríguez. La profesional aseguró además que el chico no tiene problemas de conducta y desestimó de plano que circularan armas en la escuela. En rigor, Johnatan solamente exhibió el revólver a sus compañeros pero no hizo ninguna amenaza, ni tuvo otra conducta violenta. "Es un fenómeno, nunca se mete con nadie, somos todos amigos", aseguró Juan Martín, que cursa también octavo. Casi una hora después del operativo policial llegaron hasta la institución los padres de Johnatan, visiblemente alterados. La familia se encontró con el chico y estuvo reunida con las autoridades policiales y escolares. Según pudo saber La Capital, los padres negaron que en la casa hubiera armas y también se mostraron sorprendidos por la actitud del chico. "Los padres serán citados, pero en principio fue una inconsciencia de un adolescente", opinó Tavela. En el edificio funciona una escuela primaria de tarde, los niveles superiores de la EGB y el polimodal por la mañana, y un Eempa a la noche. "Los otros días había un croto desnudo durmiendo en un aula; también vino la policía, lo vistió y se lo llevó", relató Cristina a las carcajadas. Lo cierto es que no fue el único hecho irregular que relataron los chicos. "A mí me robaron los anteojos y la calculadora, y el otro día entró un hombre y le robó a una compañera mía", relató Daiana, que también cursa octavo año. Mientras los vecinos observaban ayer azorados la escena desde la vereda de enfrente, los chicos que iban saliendo parecían divertidos con el despliegue policial y mediático en la calle. Cuando este medio les preguntó si alguno de ellos tenía un arma en su casa, varios respondieron "no". Pero acodado en la baranda de contención, Alejandro, de 14 años, dijo: "Yo tengo una nueve milímetros". Sus compañeros hicieron silencio. Y el chico continuó: "La tengo por seguridad, porque vivo en la República de la Sexta (la zona de la ciudad universitaria) y siempre hay quilombo". La historia del muchacho tal vez sea común a la de otros alumnos. De mañana va a la escuela y por la tarde y la noche es cuidacoches. El año pasado murió su padre y vive con la abuela y una hermana menor. "Con mi mamá no me hablo", comentó. La directora de la escuela se negó a hablar. "Imagínese los momentos que vivió, no va a hacer declaraciones, está muy mal", dijo una allegada.
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