El argentino Guillermo Coria se recibió ayer de estrella del deporte con una caminata por París en la que firmó autógrafos, saludó a sorprendidos ciudadanos en las mesas al aire libre de un café y recibió de regalo una baguette. Los triunfos, los éxitos y los dólares marcan la jerarquía de un deportista, pero los que viven lo que Coria vivió ayer son ya de una categoría superior. La televisión francesa le hizo en directo una entrevista en profundidad, la alemana quiso saber todo sobre su vida y los grandes diarios del mundo titularon ayer con su victoria sobre Andre Agassi. "Todo esto es nuevo, aún no caigo. Que la gente me reconozca en París es lindo, lo disfruto, pero me choca un poquito", admitió el argentino en diálogo con la prensa tras su inmersión en la ciudad. La vida de los jugadores durante un torneo de tenis es bastante monótona. Del hotel al torneo y del torneo al hotel, con alguna salida nocturna a un restaurante sin pretensiones. Por eso, aunque Coria está desde hace casi dos semanas en París, se puede decir que recién ayer el argentino pisó la ciudad. Una nube de camarógrafos, fotógrafos y periodistas salió en procesión desde Roland Garros para recorrer el kilómetro que separa el centro de tenis de la estación Porte d'Auteil, de la línea 10 del metro de París. Esa era la primera parada en el paseo parisino de Coria, que llegó a bordo de una camioneta, un tanto asustado cuando vio la expectativa que generaba su figura. Pantalón de gimnasia azul y camiseta combinada, Coria, pese a las 50 lentes que apuntaban a su rostro, no vestía de estrella. Alberto Mancini, su entrenador, y Jorge Trevisán, su preparador físico, posaron también, aunque recelosos ante tanta exposición mediática. "Ganarle a Agassi fue lo más importante de su carrera, y es lógico que se pregunte si conquistar Roland Garros podrá superarlo. Pero eso ya pasó, y tiene que pensar en el partido de semifinales contra Verkerk, que es duro. Esa es nuestra labor tras el éxito", explicó Mancini. Coria seguía mientras tanto su marcha, y se abría paso a duras penas entre las mesas de un típico café parisino, donde los clientes que lo reconocían no daban crédito a sus ojos. Diez metros después entró a una boulangerie y pattiserie, donde las habituales baguettes competían con tortas y postres de todos los tamaños y colores. Varias clientas demostraron ser amplias entendidas en tenis. "¡Es él, el joven que le ganó ayer a Agassi!", celebraban, mientras la panadería se convertía en un caos de cámaras, gente sin poder hacer su compra y dependientas desbordadas. En medio del caos, Coria obtuvo premio, una enorme baguette que poco después devoraba, mientras repartía trozos a varios agradecidos periodistas. El regreso al club le recordó que tiene un partido pendiente. Al bajar de la camioneta se encontró con el holandés Martin Verkerk, que le sacaba no menos de dos cabezas y media. "Qué tal, qué tal", se dijeron estrechándose las manos. "Es un gran jugador. Es cierto que le saco dos cabezas, ¡pero él es mucho más rápido!", dijo sonriente. "¿Ganar el torneo? Siempre sueño, pero este partido va a ser muy duro", agregó. No hubo pausa para Coria. Mientras un par de canchas más allá su compatriota Guillermo Vilas aseguraba que lo ve "con muchas chances de ganar el torneo", el número siete del mundo subía hasta el sector más alto del estadio central Philippe Chatrier para una entrevista en directo con la cadena France 2. "¿Qué es lo que tu abuela te cocina para que tengas tanta fuerza en la cancha?", le preguntó una de las conductoras. Coria sonríe, menciona algunos platos, pero no el que más lo enloquece. "Me encanta el matambre de mi mamá, y sueño con un asado cuando esté de vuelta en casa", había dicho antes. La rubia y atractiva presentadora, encantada con el jugador, quiere saber cómo es la ciudad de la infancia de Coria, "Venado Tuerrrrto". Coria, lanzado, supera cualquier respuesta esperable: "Venado Tuerto es la París de Sudamérica". Recuerda su suspensión por doping y confiesa que no toma ningún medicamento cuando se enferma: "Tengo miedo de que me vuelva a pasar lo mismo". "Se ve que usted es un muchacho sensible", lo elogia el presentador antes de que Coria salude a cámara con un "merci beaucoup" y deje su firma en la pared como uno de los famosos que pasaron por el estudio. Cedric Pioline, ex tenista francés, analiza mientras tanto su juego. Termina el primer día de Coria como estrella, y el argentino demuestra que la fama no se le sube a la cabeza. "Lo mejor fue la baguette. Estaba buenísima, y yo, muerto de hambre". (DPA)
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