Año CXXXVI
 Nº 49.863
Rosario,
jueves  05 de
junio de 2003
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Frustraron un violento asalto en Harding y Alberdi
Una familia resistió un robo y puso en fuga a dos delincuentes armados
Se trabaron en lucha en plena calle. Los ladrones fingieron ser clientes interesados en un servicio de catering

Dos delincuentes tomaron por asalto en la mañana de ayer la casa de un empresario gastronómico de barrio Industrial, con la aparente intención de llevarse el dinero recibido como adelanto de una contratación de servicios, pero se toparon con la tenaz resistencia de toda la familia, que los puso en fuga tras una feroz pelea. Uno de los ladrones disparó su arma, milagrosamente sin herir a nadie, y el otro perdió una zapatilla antes de recibir un golpe en la cabeza.
Antonio Molina, dueño de una empresa familiar de catering que explota un salón de fiesta de Salta y Alvear, sufrió quizás la peor parte. Ante La Capital exhibió sus golpes: hematomas en todo el cuerpo, heridas cortantes en mano y cara y una renguera en una pierna eran las huellas más que evidentes de la paliza que sufrió. Franco, su hijo de 21 años, también tenía un tajo y una contusión en la frente producto del intercambio de golpes con uno de los matones. "Fue una desgracia con suerte. Enfrentarlos fue algo que salió en el momento, pensé que se meterían con mis hijos, por eso reaccioné", rememoró el empresario, con la voz aún temblorosa por el difícil momento.

Un cliente sospechoso
Atando cabos, Molina sospecha que los hampones lo fueron a buscar con un dato preciso: sabían que estaba contratado por la línea interna de Rosario Central que postula a Pablo Scarabino en las elecciones internas del club para servir una cena para más de mil personas en el Patio de la Madera. Un servicio por el cual se cobrarían alrededor de diez mil pesos.
Molina contó que todo comenzó el lunes, cuando un hombre se contactó telefónicamente con su familia con el pretexto de contratarlo para una fiesta de casamiento. "Mi hija está embarazada y se casa de apuro. La fiesta será en pocos días", fue lo que dijo el presunto interesado. En esa comunicación quedaron en encontrarse el martes para ultimar detalles del contrato en cuestión. "Pero ya ahí noté algo raro. Los tipos no dejaron ningún número de teléfono, ninguna referencia. Es como que todo estaba muy en el aire, a pesar del supuesto apuro", dijo Antonio.
La cita del martes se frustró por cuenta de los interesados y entonces pactaron en reunirse el miércoles a las 9, en la casa de Molina. Y así sucedió. Ayer, a esa hora, dos sujetos tocaron timbre en la casa de Harding 812, casi Alberdi.
Cuando Antonio fue a abrir la puerta se encontró con dos hombres. Uno de aproximadamente 30 años y otro de 55 o 60, vestidos prolijamente "hasta con una chalina". Enseguida desenfundaron sendas armas y empujaron al dueño de casa hacia dentro.
Así comenzó un violenta lucha cuerpo a cuerpo. "Mientras uno se peleaba conmigo, el otro comenzó a subir las escaleras. Ahí se encontró con mi hijo mayor, que también se agarró a golpes", sostuvo Antonio, para quien toda la secuencia se produjo en pocos minutos. Los gritos y golpes alertaron al resto de familia. La mujer de Molina salió de la cocina para ver qué sucedía y descubrió una pelea fenomenal en la que estaba envuelto su marido con un hombre armado.
Los forcejeos hicieron que ambos fueran a dar contra la puerta de calle y rompieran el vidrio del postigo. Después, el delincuente que peleaba con Molina disparó su arma, pero la bala sólo perforó la puerta de chapa.
Así, y en medio del escándalo, la mujer de Molina le arrojó un termo por la cabeza a uno de los intrusos, lo que le provocó un corte bastante profundo en la frente. A todo esto en el fragor de la pelea, otro de los maleantes perdió una zapatilla y un cargador completo de municiones calibre 9 milímetros, que cayó de su pistola. En medio de ese cuadro los maleantes optaron por retirarse a toda carrera hacia la avenida Alberdi, donde se perdieron de vista.
En la casa quedaron los rastros de la pelea. La puerta de calle estaba vencida por los golpes y con el orificio del plomo que salió de una 9 milímetros, el vidrio del postigo hecho añicos, manchas de sangre en el piso y en las paredes. "Lo que hice fue una locura, pero reaccioné porque estaban mis hijos.
En un momento cuando el tipo disparó pensé que me era boleta", aseguró el comerciante que ahora deberá reponer fuerzas para el servicio en el Patio de la Madera.



Antonio Molina defendió su empresa y terminó golpeado. (Foto: Angel Amaya)
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