Evian. - El corto apretón de manos entre George W. Bush y Jacques Chirac, muy esperado tras meses de frialdad entre Washington y París a raíz de la crisis iraquí, marcó el primer día de la cumbre de líderes de los ocho países más poderosos del mundo (G-8). El domingo por la tarde, preámbulo a la cumbre de las ocho grandes potencias de hoy y mañana, estuvo consagrado a un "diálogo ampliado" con los países emergentes (ver aparte), pero la imagen de la jornada fue la de Bush y Chirac estrechando sus manos, sin gran calidez, frente a los fotógrafos y las cámaras, cuando el presidente norteamericano llegó a la ciudad termal de los Alpes franceses. El jefe de Estado francés afirmó más tarde "no tener la menor preocupación" sobre las relaciones con su homólogo norteamericano. Este era el primer encuentro Bush-Chirac desde el inicio de la batalla diplomática en la ONU en torno a la guerra de Irak. Francia, junto a Rusia y Alemania, habían encabezado en el Consejo de Seguridad el frente de rechazo a la guerra, derrotado en el terreno por la coalición británico-norteamericana. Los dos presidentes se habían cruzado el viernes, sin verse, durante los festejos del tricentenario de San Petersburgo (Rusia), organizados por el mandatario ruso Vladimir Putin. Allí, Bush había estrechado la mano del canciller alemán Gerhard Schroeder, fuera de la cámaras. El reacomodamiento de las relaciones personales entre los dirigentes, por superficial que sea, abre el camino a las discusiones donde el G-8 (Alemania, Canadá, Francia, Estados Unidos, Italia, Japón, Gran Bretaña y Rusia) debe tratar las grandes cuestiones internacionales del momento: Irak, Medio Oriente, terrorismo y crecimiento mundial.
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