Hay actores que saltan a la fama en plena adolescencia y, después, pasan al olvido. Sin embargo, no será éste el caso de Matt Dillon. Tuvo sus minutos de gloria en los ochenta en filmes ya míticos como "La ley de la calle" o "Rebeldes". Después, buscó un cine más independiente y brutal y optó por un papel duro y polémico en la película "Drugstore Cowboy" de Gus Van Sant. Matt Dillon se hizo ícono de rebeldía y experimentación, un ejemplo propio de la generación X, como se manifestó en "Solteros", de Cameron Crowe. Pero el actor fue inteligente. Sabía de otros compañeros que habían quedado encasillados en un tipo muy determinado de papeles, y por ello habían sucumbido a una industria veloz y poco dada a las misericordias. Así es que se esforzó por cambiar de registro y demostrar que su versatilidad era un hecho. Tanto se esforzó por dar vueltas de tuerca a su capacidad interpretativa, que obtuvo papeles en algunas de las comedias más taquilleras de los últimos años, como la hilarante y taquillera "Loco por Mary", de los hermanos Farrelly, junto a Cameron Diaz y Ben Stiller. Todo lo anterior, delante de la cámara. Porque detrás, Matt Dillon siempre ha deseado escribir sus propios guiones e historias para, después, dirigirlos a su manera. Ahora, con "La ciudad de los fantasmas" se ha cumplido su sueño de Leonardo da Vinci del Séptimo Arte. Y con menos de cuarenta años. Una excelente manera de enfrentarse al año nuevo.
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