En sólo dos décadas, la carrera de Matt Dillon tuvo una transición, desde ídolo adolescente hasta hombre de vanguardia y compinche cómico. A partir de ahora, el actor toma un nuevo papel: el de director, en su filme "La ciudad de los fantasmas" ("City of Ghosts", el título original), que se estrenó recientemente en los Estados Unidos.
Dillon, de 39 años, dijo que su carrera está de alguna manera en una transición, aunque no tiene planes de dejar de actuar. Muchos de los papeles que se le han ofrecido en años recientes, agregó, parecían similares a los papeles que había desempeñado desde que se convirtió en un símbolo sexual de Hollywood en el filme "The Flamingo Kid" en 1984.
No es coincidencia que Dillon, en "La ciudad de los fantasmas" encarne a Jimmy Cremmins, un hombre de más de 30 años quien, después de una estafa de seguros fallida, aparece como el único responsable buscado por la FBI, sale de Nueva York, se va a Camboya y se somete a una transformación de su persona.
"Esta es una transición, pero todavía me gusta trabajar como actor", dijo el actor.
Típicamente, de un filme independiente y con bajo presupuesto, "La ciudad de los fantasmas" debutó en Nueva York y Los Angeles. Dillon, quien también fue coautor del guión de la película con su amigo Barry Gifford (autor de la novela "Wild at Heart"), dijo que lo que más disfruta de escribir y dirigir es ver cómo se transforman los personajes, de los bosquejos a sus encarnaciones en la pantalla.
La película presenta a James Caan y Stellan Skarsgard como los cómplices de Cremmins, Natasha McElhone ("Solaris") como su amor y a Gerard Depardieu como un expatriado francés cuyo bar de Phnom Penh sirve como lugar de reunión de los extranjeros.
Estafa fallida
"La ciudad de los fantasmas" inicia con un terrible huracán en el litoral atlántico y noticias de casas y sus dueños arruinados. Cremmins vendió pólizas falsas a la gente y canaliza el dinero hacia un plan piramidal, que nunca intenta pagar reclamaciones en un desastre.
Cuando acude el FBI, Cremmins se dirige a Camboya para recibir el dinero de sus socios, Kaspar (Skarsgard) y el cabecilla de la estafa Marvin (Caan), el mentor de Cremmins.
La localización de Marvin no resulta tan fácil como Cremmins pensaba, y para cuando lo localiza, Cremmins ya ha decidido que quiere salirse del juego.
Pero, claro, huir de los delincuentes nunca es tan fácil, -al menos en las películas-, como renunciar a un trabajo, porque hay armas de por medio. Además, predeciblemente, Cremmins necesita el amor de una mujer, Sophie (McElhone) quien está en Camboya.
La historia tiene suficientes giros de conspiración como para mantener en suspenso al público y tratando de adivinar el desenlace, pero lo más interesante, tal vez, es mirar dentro de la Camboya moderna. El país no ha visto una película estadounidense hecha allí desde "Lord Jim", en 1964.
Dillon viajó al país en 1993, y regresó fascinado por su gente y su cultura, su período de colonialismo francés y su época devastadora bajo el régimen sangriento del Khmer Rouge. Es un país que está cambiando rápidamente entre las viejas tradiciones y las nuevas formas de vida.
El actor agregó que conoció expatriados que llegaron al país porque carecía de tratados de extradición criminal con muchos países occidentales y como resultado, se había convertido en una especie de paraíso.
Camboya parecía un escenario perfecto para relatar una historia sobre la transición de una persona de estafador a protector.
Con gran similitud con la historia, el encanto tropical del país en yuxtaposición con la pujante ciudad capital, Phnom Penh, fue una perfecta locación. "Quería captar este ambiente realmente rico y su textura", explicó Dillon.
Ser su propio director representaba un mayor desafío, pero dijo que prácticamente todo salió bien en la preparación de la iluminación, la colocación de la cámara y otros aspectos técnicos de la filmación y, en realidad, tuvo pocos problemas.
"La ciudad de los fantasmas" tiene, en su esencia, algo de las novelas psicológicas de Simenon. El entorno exótico en que se mueven los personajes determina en gran parte sus acciones y sus historias. Dillon admite que "también hay mucho de Graham Greene en esta historia, y es difícil no encontrar paralelismos entre Jimmy el Holly Martins de "El tercer hombre".
El trasfondo iniciático y de redención de la historia, común a la generación beat que el coguionista Barry Gifford, adora, hubiera agradado, también, al Greene más moralista y católico, aún tratándose, en este caso, de un misticismo oriental bastante ambiguo.
Para los amantes del cine y los seguidores de Dillon son buenas noticias porque con más de 20 años como actor y, presumiblemente, una larga carrera de frente, el público probablemente verá mucho más de Matt Dillon como director en los próximos años.