Año CXXXVI
 Nº 49.859
Rosario,
domingo  01 de
junio de 2003
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El mundo. Cómo cambió la guerra en Irak la agenda internacional
El analista Pérez Llana cree que volverá el crecimiento sólo si se recupera EEUU
"Por la inseguridad uno gasta menos, no invierte y eso es malo para la economía", afirmó

Patricia Martino / La Capital

"El 11 de septiembre y la guerra en Irak se dan en un contexto en donde la economía, el producto bruto mundial y los flujos financieros no crecen", sostiene Carlos Pérez Llana. "El eje de la agenda internacional de los 90 -agrega- era la economía, en cambio ahora se centra en la seguridad y este esquema es malo para la economía".
Con un tono pausado y una marcada vocación para explicar cómo quedó el escenario internacional después de la guerra en Irak el especialista en temas internacionales advierte que "el motor de la economía volverá a ponerse en funcionamiento si la economía norteamericana entra en un círculo virtuoso" porque ni Japón, ni China, ni Europa están en condiciones de ser la locomotora que lleve adelante este proceso.
Pérez Llana se doctoró en Ciencias Políticas y Diplomáticas en la Universidad Nacional de Rosario. Actualmente es profesor de "Relaciones internacionales contemporáneas" y de "Agenda internacional" en las Universidades de San Andrés y Torcuato Di Tella en Buenos Aires, y fue embajador en Francia durante el gobierno de Fernando De la Rúa.
El analista llegó a la ciudad para dictar un seminario sobre "El momento post Irak" en la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano, organizada por Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (Iaef), y charló con La Capital sobre la recomposición del sistema internacional, su nueva agenda, las principales lecciones que dejó la guerra, el nuevo orden mundial que comienza y las consecuencias del conflicto armado para nuestra región.
-¿Cuál es el escenario que queda después de la guerra en Irak?
-La guerra se da en un contexto que uno puede denominar "Pausa de la globalización". En los 90 la globalización era concebida por sus ideólogos como una epopeya sin héroes, era algo que había comenzado y no terminaba. Se suponía que no iba haber más ciclos económicos, y que el comercio y los flujos de capitales iban a crecer. Pero el 11 de septiembre y la guerra en Irak ocurrieron en un contexto totalmente diferente. Por primera vez la economía, el producto bruto mundial y los flujos financieros no crecen. Uno puede decir que la globalización ha entrado en una pausa y en esa pausa cae la guerra.
-¿Cuáles son los ejes centrales de esta nueva etapa, por dónde pasa la agenda internacional?
-La agenda después del 11 de septiembre y la guerra de Irak pasa por la seguridad. Este esquema es malo para la economía, frente a la inseguridad uno gasta y viaja menos, no invierte. Sumado a algunos procesos de la economía como, por ejemplo, el affaire Enron. En este contexto, aunque ya se veía desde comienzos del 2000, la economía muestra señales de debilitamiento. Hay una especie de repliegue donde los Estados cuidan sus propios mercados. Hay cierta pausa en todo lo que se había avanzado en materia de liberación en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y también hay temores en materia de inversión, porque los fondos no fluyen más a las economías emergentes como la nuestra, al contrario.
-¿Cómo se revierte este escenario?
-Salir de esta pausa puede llevar entre uno y tres años. Todo va a depender de quien hace de locomotora. Hoy no hay posibilidad de que la economía japonesa encare este proceso. Hubo un gran optimismo con China pero el efecto de la neumonía atípica va afectar el crecimiento de Asia y la economía China va a caer un 1,5%. Por lo tanto por ahí no va a ver crecimiento. Por el lado de Europa tampoco. El Viejo Continente está sumergido en un proceso de lentificación del crecimiento y de un debate muy agudo a cerca de cómo salir de esta depresión. Los temas centrales de Europa vuelven a ser el desempleo, el proceso de creación del euro (para entrar al euro el capítulo 1º decía que no se podía tener un déficit superior a 3%, este punto fue puesto por Alemania, y curiosamente el país que pidió este corset no lo puede cumplir, el dilema es si continúan con este pacto o no). La otra discusión tiene que ver con las jubilaciones, Europa es un continente en el que es inexorable su envejecimiento, hay gente que vive más, que gasta más en salud y entonces hay que ver cómo el Estado subsidia esta enorme infraestructura de salud y de jubilaciones. En lo inmediato no va haber un crecimiento de la economía en Europa para que le permita ser motor.
-Si no es Japón, no es China y no es Europa, muchas opciones no quedan. ¿Va a ser Estados Unidos quién guie la locomotora que revierta la actual situación económica mundial?
-La única posibilidad es que la economía norteamericana vuelva a crecer. Estados Unidos no tiene una economía en auge, utiliza 2 mil millones de dólares por día para financiar su déficit. EEUU absorbe del sistema financiero internacional 10 mil millones de dólares por semana para alimentar su déficit. Este es un tema central porque tiene que ver con la discusión si estamos en un sistema imperial o no. Gran Bretaña, en su mejor época, a fines del siglo XIX tenía un superavit del 8%. Estados Unidos, desde el punto de vista fiscal, es un imperio hiperdébil. El motor de la economía se puede poner en funcionamiento si la economía norteamericana entra en un círculo virtuoso.
-¿Qué probabilidades hay de que esto ocurra?
-Hasta hace 15 días uno veía que Bush bajaba los impuestos para que la gente consuma más, pero ahora el mensaje es otro: "Voy a un dólar barato". Esto implica que el americano consumirá más productos propios porque importar le sale más caro y así bajará el déficit comercial y se pondrá en funcionamiento la economía norteamericana. La economía internacional va a volver a crecer si EEUU se reencuentra con el crecimiento. La apuesta es a la economía norteamericana.
-¿Esta medida afecta a la Argentina?
-Para la Argentina en una situación normal sería bueno, porque en el mundo hay tasas bajas, comodities con buenos precios y una moneda depreciada, pero hoy por hoy no es tan así. Aunque nos sigue beneficiando que nuestros productos son más competitivos en la medida que nuestra moneda esté atada al dólar.
-¿Qué lugar ocupa América latina en la nueva agenda internacional?
-América latina antes de Irak había caído en un proceso de irrelevancia, después del 11 de septiembre y de Irak somos más irrelevantes. En primer lugar porque en materia de comercio la apuesta de América latina, y en particular de Argentina, era que la OMC se consolide y que las negociaciones debían avanzar y entrar el capítulo agrícola. En realidad se debía llegar a un acuerdo y no se llegó. La agenda centrada en la seguridad hace menos propicios los acuerdos multilaterales. En materia de comercio exterior esto es muy negativo para América latina y es muy probable que el comercio tenga una especie de corrección hacía el bilateralismo. Si uno está inseguro se defiende a sí mismo y a los más amigos. Es muy probable que EEUU firme acuerdos con los países que apoyaron la guerra en Irak. Un bilateralismo asociado a un sistema de premios y castigos. Nos vamos a encontrar con menos capacidad de gestión del sistema multilateral, cierto proteccionismo defensivo que a nosotros nos perjudica porque los acuerdos generales van a tener menos influencia. Desde el punto de vista comercial América latina pierde relevancia.
-¿La guerra deja en una situación de desventaja a la región?
-Puede haber algún beneficio, para el turismo por ejemplo. Si usted ya conoce los países ricos (Europa y Estados Unidos) y quiere tomar un avión y hacer un viaje de más de seis horas la única región del mundo que le queda es América latina. En Asia está la neumonía atípica y el islamismo, en todo el mundo árabe tienen Bin Laden y el islamismo, en Africa también Bin Laden. De todo el mundo en desarrollo América latina es la que puede aumentar el flujo de turismo y Argentina tiene muy buenas opciones para ofrecer. Además no se necesitan muchas inversiones en el sector, es mano de obra intensiva, empleo joven y descentralizado porque no se viaja solamente a las capitales.


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