| | cartas Paciente agradecida
| Dios me abrió una mañana más a la vida porque creyó en mí. Y que con su gracia podía superar los momentos duros que me tocaron vivir junto a mis familiares. Les agradezco de corazón el gesto de bondad a quienes donaron generosamente su sangre. A los sacerdotes de la iglesia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, a mis amigos que estuvieron acompañándome con sus oraciones. Mi eterno agradecimiento a los doctores Orlando Ruffinengo, Miguel A. Arnold, Aldo Kleiman, Eriberto Rovere y a todos los médicos que estuvieron cerca mío brindándome su calor humano, dedicación y profesionalidad. A las enfermeras que valientes y abnegadas irradiaban permanente alivio y consuelo. A todo el personal sin excepción del sanatorio Norte que es orgullo de institución por su cuerpo y atención. Carmen Martínez
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