Muy cerca de Bariloche, donde el paisaje cordillerano se aleja del Nahuel Huapi y se convierte en meseta patagónica, el cerro Leones aparece como un atractivo turístico ineludible, atesorando arcanos de más de 7.000 años. Se trata de una formación rocosa volcánica de 998 metros de altura sobre el nivel del mar, con cuevas que además de vestigios indígenas esconden sorprendentes lagunas.
El paseo está emplazado en un campo de tres hectáreas, donde además de las cuevas se pueden hacer caminatas y cabalgatas, o disfrutar de un asado criollo en el quincho destinado a recibir a los visitantes.
Su dueño e impulsor, Héctor Leonetti, o "José Caverna", como él mismo se hace llamar, está feliz con la repercusión de un paseo que otrora costaba imponer como destino turístico.
Célebre explorador
El paseo comienza en el hito que marca la llegada del perito Francisco Moreno al lago Nahuel Huapi a fines del siglo XIX. Los visitantes caminan hasta el pie del cerro, bordeando estrechos senderos que muestran una vista impresionante del gran lago y la ciudad de Bariloche.
Así llegan a las primeras cavernas, donde se enteran por los guías que si bien son de formación natural, fueron habitadas por los tehuelches hace 7.000 años, y por los mapuches luego del proceso de araucanización que sucedió en el 1800. Es frecuente el hallazgo de puntas de flecha, cerámicas y otras huellas de los pobladores originarios de la Patagonia, que los guías suelen retener para su debida preservación.
Luego acceden a la cueva principal, donde después de atravesar un estrecho pasadizo se accede a una caverna adonde no llega la luz del sol, y donde hay una laguna formada por vertientes naturales.
Quienes quieren pasar todo el día en el lugar, además del descubrimiento geográfico y arqueológico, pueden hacer cabalgatas de interpretación natural de la estepa patagónica, que se hacen por la costa del río Ñirihuau. Se trata de un sector de transición del bosque húmedo cordillerano a la meseta, donde el registro de lluvias es un 60 por ciento inferior al de Bariloche.
La magia del lugar resulta un poderoso atractivo tanto para turistas como para residentes de Bariloche, además de productores cinematográficos nacionales e internacionales, que lo eligieron para rodar publicidades y documentales.