Año CXXXVI
 Nº 49.859
Rosario,
domingo  01 de
junio de 2003
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Historias del Everest
Suerte dispar en los intentos por hacer cumbre en la montaña que deslumbró a caballeros victorianos, escaladores y millonarios

A 50 años de la llegada de Edmund Hillary a la cumbre del Everest, una serie de relatos publicados a lo largo de la década del 90 hilvanan la historia sobre la montaña, cuyo influjo cautivó por igual a anónimos sherpas, caballeros victorianos, escaladores de todo el mundo y millonarios aburridos, todos dispuestos a perder la vida en su intento por alcanzar la cima del tercer polo de la tierra.
"Si alguien me preguntara qué consigo escalando o tratando de coronar la cima más alta del mundo, estaría obligado a contestar que nada. No hay finalidad científica que lo justifique, sino simplemente la satisfacción de lograrlo, el indomable deseo que subyace en el corazón del hombre. Con la conquista de ambos polos, al explorador sólo le queda alcanzar la formidable cumbre del Himalaya", dijo el británico George Leigh Mallory.
Mallory desapareció junto a su compañero Andrew Irvine, una fría mañana del 8 de junio de 1924, cuando se disponía a alcanzar la cumbre. Ese día ambos salieron del campamento Vl, a unos 8.000 metros bajo la arista nordeste del Everest para dirigirse por la línea nordeste hacia la cumbre. No se sabe todavía si cumplieron su objetivo.

Primeros en hacer cumbre
El mérito le corresponde al neocelandés Edmund Hillary y el nepalés Tenzing Norgay, quienes con los primeros rayos de luz del 29 de mayo de 1953, comenzaron a doblegar el último tramo de la montaña. A las 11.30 de ese día el monte Everest, había sido escalado.
"Levanté la vista hacia la derecha y allí había una cúpula redondeada de nieve. ¡Tenía que ser la cumbre! Tenzing se acercó a mí mientras recogía el sobrante de cuerda. Seguí picando una línea ascendente de peldaños. A continuación hice pie en un área de nieve, rasa y desguarnecida, sin otra cosa que espacio en todas las direcciones", cuenta Hillary.
La aventura del Everest se remonta a la década del 20, cuando sociedades inglesas como la Royal Geographic -frente a la pérdida de la carrera a los polos- comenzaron a presionar al gobierno para conseguir la conquista del Everest, el tercer polo de la tierra.

Expedición británica
En 1921, promovida por el coronel Francis Younghusband, se organizó la primera expedición británica de reconocimientos, integrada por aristócratas, militares y caballeros salidos de las universidades de Cambridge y de Oxford, que combinaron las duras escaladas con picnics a base de perdiz trufada, champaña y brandy.
Así nació la generación de los "Everesters", de clara estirpe victoriana, entre los que se encontraba Mallory, un alpinista de 35 años, maestro de Cambridge, con vocación de escritor.
El inglés se relacionó con el famoso grupo de Bloomsbury, pero más allá de la literatura su talento natural tenía que ver con la escalada. Fue el único que participó en las tres expediciones británicas que en los años 20 intentaron escalar el Everest.
Con el paso del tiempo, la aventura del Everest fue adquiriendo una perspectiva diferente. En la década del 90, se convierte en un negocio, que deja paso a la ambición de los guías, la inexperiencia de los escaladores y el capricho de millonarios. (Télam)


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