| | Opinión El rol de las Fuerzas Armadas
| Uno de los principales desafíos que debió resolver la renacida democracia argentina después del emblemático 30 de octubre de 1983 fue el reencauzamiento de las FFAA en su papel natural dentro de las pautas que fija la Constitución. Claro que la tarea revestía arduas dificultades, dado que el ominoso ciclo inaugurado el 6 de septiembre de 1930 y cuya máxima cota de horror se alcanzó durante el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional había creado funestos hábitos de protagonismo político que necesitaban ser desterrados. Basta recordar las sublevaciones que se produjeron entre 1987 y 1990 como demostración de esa práctica, que tanto dolor costara a la Nación. Por fortuna, el paso de los años y la consolidación del sistema republicano han limado casi todas las asperezas y reintegrado a las Fuerzas Armadas a su espacio normal. Por tal razón no deja de causar sorpresa el tono desmesuradamente crítico de ciertas reacciones ante los cambios que implementó en su estructura el flamante gobierno de Néstor Kirchner. El recientemente elegido presidente ha afirmado que su gestión se edificará sobre un eje crucial, el del cambio. Y si bien ha aclarado que dicha impronta no se aplicará en la práctica con tiempos vertiginosos, la parsimonia no se relaciona, al parecer, con la duda. Queda suficientemente claro, entonces, que las FFAA no permanecerán ajenas a esa tónica, y forma parte natural de los atributos del poder político la reestructuración que se ha encarado. Claro que la prudencia debe ser un punto de referencia inevitable. La extemporaneidad no suele ser el mejor camino cuando se afrontan misiones tan delicadas. Una primera relativización efectuada por un funcionario de la profundidad de las modificaciones planeadas merece ser leída en ese sentido. Se trata, en síntesis, de privilegiar la profesionalidad militar y actuar con resolución si esa es la meta que se ha fijado. Si el "nuevo proyecto nacional incluye a todas las instituciones oficiales", tal cual lo aseveró el ministro de Defensa José Pampuro, no se justifican los recelos de ciertos sectores y sí, en cambio, el apoyo crítico a un gobierno que enfrenta una de las peores crisis nacionales con la manifiesta intención de que el país vuelva a ser vivible para todos los argentinos.
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