Un hombre de 71 años fue asesinado de un disparo en el pecho cuando estaba en el comercio de su hijo y un joven delincuente irrumpió con intenciones de robar. La víctima recibió un tiro a quemarropa y falleció en el acto, mientras que el homicida huyó sin llevarse nada de valor. El crimen ocurrió en una granja ubicada en la esquina de Servando Bayo y Cochabamba, en el barrio de Bella Vista, y causó una gran conmoción entre vecinos, quienes se quejaron airadamente sobre la ola de delitos en la zona y la falta de reacción por parte de la policía.
Emilio Migliaia llegaba todas las mañanas y las tardes al negocio de su hijo Daniel para ayudar en distintas tareas. El hombre vivía a pocas cuadras de allí, en Riobamba al 4500. Poco después de las 11.30 de ayer padre e hijo se encontraban junto a un proveedor que había arribado unos minutos antes. De pronto fueron sorprendidos por un delincuente de unos 20 años, que esgrimía un arma de fuego. "Dame la plata", fue lo único que dijo.
Todo ocurrió muy rápido. El ladrón irrumpió por el portón lateral del negocio, que da sobre calle Cochabamba y que Daniel casi siempre mantenía cerrado con llave por seguridad. Una fuente de la seccional 13ª, que investiga el caso junto a la Brigada de Homicidios, indicó que al parecer Migliaia intentó hacer retroceder al ladrón, pero sin resistirse con violencia al robo. "Tomátelas, qué vas a robar", fue lo último que dijo. Después se escuchó el disparo y el hombre mayor cayó desplomado con un balazo en el pecho disparado a pocos centímetros de distancia. Emilio quedó tirado en el piso y el homicida huyó sin llevarse nada de valor.
Emilio murió frente a la mirada de horror de su hijo y del proveedor que, según trascendió, tiene 61 años y ya declaró como testigo en la comisaría 13ª. Daniel, en cambio, no lo pudo hacer debido al shock emocional que le provocó el episodio y que le impedía recordar con claridad lo sucedido.
La policía aseguraba ayer a la tarde tener indicios o pistas sobre un presunto sospechoso en base a la declaración del proveedor. "Creemos que vive en la villa miseria vecina, pero no puedo dar más información", consignó un vocero.
El homicidio conmovió a la barriada de Bella Vista porque Emilio Migliaia era un hombre muy querido por sus vecinos y clientes. Pero también por la ola de robos que azota la zona. Mientras personal del Sies llevaba el cuerpo a la morgue judicial para la realización de una autopsia pudieron verse escenas de profundo dolor, especialmente cuando Daniel, en medio de una crisis de llanto, era acompañado por un sobrino para cumplir con los trámites de rigor. Otro momento duro fue cuando llegó al lugar Leonardo, un nieto de la víctima.
Quejas por la inseguridad
Una mujer, vecina de la misma cuadra y que asistió a Daniel apenas ocurrido el crimen, fue contundente a la hora de hablar de inseguridad. "Este barrio está lleno de delincuentes, y la policía sabe perfectamente donde están y cuáles son sus aguantaderos. En Pasco y Lima siempre se juntan los choros y no pasa nada", contó enfurecida.
Leonardo tiene 18 años y era uno de los seis nietos que tenía Migliaia. Cuando regresaba a su casa en el colectivo 123 pasó por Bayo y Cochabamba y vio el amontonamiento de vecinos, policías y ambulancias. Se bajó rápidamente, sospechando que algo malo había sucedido. Su intuición no falló, aunque nunca imaginó que su abuelo terminaría asesinado. "Era buenísimo, todo el mundo lo quería y siempre le ayudaba a mi tío con el negocio", contó el joven, que es estudiante de educación física, mientras era consolado por un par de amigos.
Florencia y Angela, dos vecinas que trabajan en un centro comunitario cercano, conocían muy bien a Emilio y también a su hijo, a quien llaman "Dany". Ambas coincidieron en que el hombre asesinado tenía una calidez fuera de lo común no sólo con los clientes sino también con la gente humilde a la que solía venderle mercadería fiada. El Abuelito, apodo con el que muchos lo nombraban, "acostumbraba regalar golosinas a los chicos y hasta les daba calzado a algunos", contó Florencia.
"Esto es un balde de agua fría", apuntó por su lado Paola, otra consternada vecina. "Emilio y Daniel son dos personas muy especiales, trataban muy bien a los clientes. No sé cómo se puede matar a alguien así, por nada", se quejó amargamente Miguel, también vecino de la zona. Como ellos, muchos vecinos congregados frente al lugar del crimen remarcaron la falta de seguridad que se respira en la zona, "con robos a toda hora".