Año CXXXVI
 Nº 49.855
Rosario,
miércoles  28 de
mayo de 2003
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Cerrito al 100 bis
Salvaje asalto de una patota a un matrimonio de jubilados
Sufrieron cuatro robos, todos impunes. Ocurrió en jurisdicción de la seccional 4ª

Una pareja de ancianos vivió ayer a la madrugada una verdadera odisea cuando un grupo de delincuentes encapuchados se introdujo en la casa donde viven desde hace cincuenta años, en el barrio República de la Sexta, y los sometió a una feroz paliza, luego de romper a golpes una puerta, violentar rejas, destrozar macetas y cortar la línea de teléfono. Los maleantes, que alcanzaron a llevarse un televisor y un radiograbador, huyeron espantados por una vecina que escuchó los alaridos desesperados de la mujer y los amenazó con llamar a la policía.
Mario López, de 85 años, y su mujer Rosa, de 82, exhibían por la mañana contusiones en la cara y en la cabeza, que sumadas a los golpes en la espalda y la cintura los dejaron sumergidos en la angustia de pensar seriamente en dejar el barrio donde vivieron toda la vida por la cantidad de robos que sufrieron en el último año y medio.
Fueron cuatro asaltos en total, tras lo cuales la pareja optó por poner rejas en cada una de las ventanas y hasta un cerramiento metálico de la escalera que va del patio a la terraza. La casa se encuentra en Cerrito al 100 bis, jurisdicción de la comisaría 4ª.
Ninguno de esos episodios del pasado superó al de ayer a la madrugada. "No me quedo más en el barrio", manifestó Mario López con voz temblorosa y escoriaciones visibles en la frente y en uno de los pómulos.
Todo ocurrió poco después de la 1.30 en Cerrito entre Esmeralda y Beruti. La pareja descansaba en su cuarto cuando Rosa escuchó ruidos extraños que provenían del pequeño patio trasero de la casa. Atemorizada, despertó a su esposo y le pidió que fuera a ver qué sucedía. La sorpresa fue tremenda. Cuatro desconocidos se habían introducido en la vivienda por la pared medianera que da sobre una cancha de fútbol ubicada detrás de la casa.
Los ladrones derribaron un pedazo de pared y rompieron el enrejado que cubría la escalera. Después rompieron uno por uno los candados que cerraban la puerta de acceso al patio y el de un pequeño cuarto. Cuando Mario llegó a la cocina se encontró con una situación irrepetible: un hombre encapuchado intentaba abrir la puerta que se comunica con el patio a patada limpia.
Mario quiso interponerse, pero la fuerza del intruso fue tan grande que hizo astillar la vieja abertura. Los delincuentes terminaron arrojándolo sobre la cocina. "Dame la plata, dame la plata", le decían y le aplicaban el primer puñetazo en el rostro.
La casa donde vive la pareja es humilde y a simple vista no se detecta nada que haga suponer un nivel de vida elevado. "Además somos jubilados y entre los dos ganamos 300 pesos", agregó López.
Mientras su compañero recibía un castigo feroz, Rosa López corrió hasta el teléfono para llamar a la policía. Pero enseguida comprobó que no tenía tono. Los maleantes ya había cortado el cable en el techo al parecer con un cuchillo tramontina. Entonces optó por gritar y golpear la pared con las manos para alertar a sus vecinos de al lado. El método dio resultado, pero a la vez Rosa recibió un fuerte golpe en la cara.
Iván Acosta y su mujer, los vecinos de los López, salieron a la calle y comenzaron a golpear la puerta de la vivienda. Los gritos de la mujer pidiendo auxilio pusieron en fuga a los delincuentes, que en el apuro atropellaron todo lo que tenían en el camino y transformaron la casa en un caos.



Basta. Mario López dijo que piensa mudarse del barrio. (Foto: Sergio Toriggino)
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