Bagdad/El Cairo. - Más de seis semanas después de la toma de Bagdad por parte de Estados Unidos, se multiplican los indicios de que existió un acuerdo secreto entre el Ejército norteamericano y destacados oficiales iraquíes de la Guardia Republicana para facilitar la entrada de las tropas extranjeras.
Ello explicaría por qué los iraquíes no volaron ninguno de los puentes del río Tigris para detener la invasión el 9 de abril y por qué muchos iraquíes sabían ya el 7 de abril que pronto terminaría "el juego" (tal como lo calificó el embajador del país árabe ante la ONU, Mohamed el Douri).
El comandante de las fuerzas estadounidenses, general Tommy Franks, aseguró hace unos días que varios oficiales iraquíes hicieron saber a los estadounidenses durante el transcurso de la guerra que no se sentían comprometidos con Saddam Hussein.
El periódico británico The Independent citó a un funcionario del Pentágono que alegó que no costó mucho dinero sobornar a algunos oficiales de alto rango para que abandonaran sus posiciones.
Medios franceses señalan a su vez en base a datos de generales iraquíes que el comandante de las tropas especiales de la Guardia Republicana, el general Maher Sofian el Tikriti, un pariente de Saddam, llegó a un acuerdo secreto con los estadounidenses y fue sacado del país con su familia el 8 de abril. Se habría ido a bordo de un avión Hércules con una valija llena de dólares, según el semanario francés "Le Journal de Dimanche".
"Fue un paseo entrar en Bagdad"
Al infante de marina Nick Kaufhold le gusta hablar del 9 de abril, el día en que su unidad llegó hasta el corazón de Bagdad. No pone en duda que la caída de la capital fue un paseo comparado con otros combates anteriores en el sur de Irak. "Sabíamos después de nuestros primeros avances que no se debía contar allí con mucha resistencia", relata. Pero asegura no haber sabido nada de un acuerdo secreto entre el Ejército estadounidense y los comandantes iraquíes -sobre el que especula sobre todo la prensa árabe- ni tampoco de que en el hotel Palestina, que fue atacado por su unidad poco antes de la toma de la ciudad, había periodistas.
Un voluntario sirio vivió de forma muy distinta el 9 de abril. El joven de 18 años, que resultó herido grave con cuatro balas durante el avance norteamericano, relató sus vivencias a un periódico británico.
"Estaba dispuesto a ser un mártir, pero quedé anonadado de lo fácil que cayó Bagdad. La traición de la Guardia Republicana llevó a la caída", asegura, y añade que en la capital lucharon prácticamente sólo los voluntarios.
También está convencido de la traición de la cúpula militar un grupo de entusiastas seguidores del desaparecido Saddam, que sigue esperando aún hoy en el barrio bagdadí de Fawdat el Arab que su líder "organice la resistencia contra los estadounidenses desde la clandestinidad".
Dentro del propio ejército iraquí, disuelto entretanto por los norteamericanos, se echan la culpa unos a otros, de la jerarquía para abajo y viceversa. Mientras que la mayoría de los oficiales asegura que sus soldados desertaban cada vez más en los últimos días de la guerra, éstos afirman que sus superiores fueron los primeros en huir o simplemente mandaron a casa por piedad a sus subordinados al ver la superioridad militar enemiga.Los más amargados son los oficiales mimados por Saddam, que disfrutaban de privilegios y ahora están desempleados. En los últimos días han amenazado a Estados Unidos con organizar una revuelta "al estilo palestino" si no reciben sus salarios en el futuro. (DPA)