Los amigos de Cristian cuentan que la noche de su cumpleaños se lo veía feliz: al fin había logrado reunir a sus conocidos y parientes lejanos en su casa de la zona sur para celebrar los 20. Pero una cadena de reacciones desmedidas terminó de golpe con la fiesta y apagó la vida del muchacho. En medio de una pelea a puñetazos con un desconocido, su padre salió a defenderlo pistola en mano y del arma salió una bala que lo mató. Cuando el hombre se dio cuenta de que había matado a su hijo no quiso vivir más: "Mátenme por favor", rogó a gritos antes de que lo llevaran preso por el crimen.
La tragedia familiar ocurrió la madrugada del domingo frente a una casa de pasillo de Muñoz 778, en el Barrio de la Carne, zona sur de la ciudad. Unas cincuenta personas festejaban los 20 años que Cristian Brolese había cumplido el día anterior. Chicos y grandes bebían, escuchaban música y sacaban fotos cuando a las 3.30 una amiga de Cristian llamó un remís para volver a su casa. El muchacho salió a despedirla. En ese momento pasó caminando por la calle un hombre de unos 30 años que llevaba una botella de cerveza en la mano y, según algunos testigos, parecía borracho.
El desconocido se acercó al chofer del remís. "Pará, vení", le dijo, según lo que pudo escuchar el mejor amigo de Cristian, Milton, que también tiene 20 años. Pero el remisero se asustó, aceleró la marcha y se fue al temer que el sujeto pretendiera asaltarlo. La intervención del intruso enojó a Cristian. "¿Qué hacés? No ves que la chica se tenía que tomar el remís", le recriminó.
Entonces, el forastero le pegó un botellazo en la cabeza y el muchacho se encegueció. Asistido por Milton empezó a golpear con furia al desconocido, que quedó desvanecido en el suelo bajo una lluvia de puñetazos. "Lo rompimos todo. Cristian le partió la cabeza. Le dije que parara porque lo iba a matar", reconoció ayer Milton.
Cuando el hombre de la botella quedó sin fuerzas, en medio de un charco de sangre y con el rostro destrozado, Cristian entró corriendo a su casa y les anunció a los invitados lo que había pasado. "Me rompieron la cabeza de un botellazo", dijo, y volvió a la calle como impulsado por la bronca. El grupo se lanzó hacia la vereda tras él.
Un disparo sin sentido
Entre los que salieron a la puerta estaba el papá de Cristian, Aldo Brolese, un ex policía de 59 años, armado con una pistola calibre 6.35 que había comprado para defenderse de los robos.
"Había una gran confusión. Todo pasó muy rápido", contó Lorena, una amiga de Cristian, de 22 años. "Fue todo en un minuto que no tendría que haber pasado nunca", acotó otro amigo del muchacho, Luciano, de 22. Así describieron el momento en que Brolese padre efectuó un disparo que impactó en el costado izquierdo del pecho de Cristian, que estaba en la vereda de enfrente, de pie junto a un árbol. A metros de él, en el asfalto, yacía herido su contrincante. En medio de una crisis nerviosa, el hombre aseguró a los invitados que el tiro se escapó al fallar la traba del arma.
Los amigos y familiares del chico lo subieron al Renault 12 de su hermano mayor y lo condujeron hasta el Hospital Roque Sáenz Peña. "Estaba frío y se le ponían los ojos blancos. Lo sacudía pero no respondía. Después lo trasladaron al Heca, pero no resistió la operación. Todavía no puedo creer lo que pasó", contó Milton.
En medio de la locura desatada, el desconocido, que se llamaría Elio, se fue tambaleando del lugar hasta una villa cercana donde alguien habrá curado sus heridas.
El padre de Cristian estaba deshecho y en dos oportunidades intentó arrojarse bajo un colectivo para quitarse la vida. "Matame, Milton, matame. Me quiero morir", le decía entre llantos al mejor amigo de su hijo fallecido. El ex policía fue detenido y alojado en la subcomisaría 20ª, a cargo del caso. Por la tarde sus amigos supieron que Aldo había intentado ahorcarse en la pequeña celda del penal.
"Es que Cristian era su debilidad. El era loco por ese hijo", señaló Luciano. El hombre crió desde chiquitos a Cristian y su hermano Nicolás, de 18 años, de quienes se hizo cargo tras separarse de su mujer. También tiene dos hijos mayores que están casados.
Brolese se retiró de la policía por invalidez ya que tiene problemas en la columna y ataques de asma crónicos. Cristian era, según sus amigos, quien más lo ayudaba cuando lo internaban por sus trastornos respiratorios. Hasta hace poco tiempo Brolese trabajó como peón de taxi. La crianza de sus hijos le valió el reconocimiento del barrio. "No conozco padre que se haya sacrificado tanto como él por sus hijos", expresó una vecina consternada por el suceso.