Año CXXXVI
 Nº 49.852
Rosario,
domingo  25 de
mayo de 2003
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Entrevista con uno de los economistas más respetados por el establishment
Arriazu: "El problema es que ni siquiera sabemos qué es lo que pasó"
Fustigó a empresarios, gobierno y al staff del FMI. Planteó pagar por la deuda un porcentaje del PBI

Jorge Kaplán / La Capital

Ricardo Arriazu, uno de los economistas más escuchados por el establishment vernáculo e internacional -FMI incluido-, lanza una dura crítica que alcanza a gobierno, empresarios y los popes del Fondo. Acusa a todos por igual de responder a "ideologías simplistas", y reclama que se dejen de lado intereses sectoriales en pos de iniciar un diálogo que permita la construcción de un nuevo "contrato social". El núcleo duro del discurso de Arriazu es que se debe lograr un arreglo no con los organismos de crédito sino directamente con el Grupo de los 7, y plantear el pago de la deuda como un porcentaje del PBI, menos ahora y más en el mediano plazo, para "no estrangular a la Argentina". Además, plantea "pedir prestadas instituciones" para recuperar la credibilidad.
Este tucumano arribó al Banco Central en la década del 70, y allí permaneció como asesor durante la dictadura militar hasta el despuntar de los años 80. También fue director ejecutivo alterno del FMI en representación de Argentina y otros cinco países del Cono Sur, asesor de otros Estados, numerosos organismos internacionales y empresas extranjeras. A partir de los años 80 el ostracismo público de Arriazu contrastó con una vasta actividad como asesor de empresas, lo cual lo erigió en uno de los economistas más respetados. Su prestigio en esos círculos es tal que Anoop Singh en su última visita a la Argentina se reunió con tres economistas: Pablo Guidotti, Javier González Fraga y el propio Arriazu. Ahora, decidió tener una mayor exposición -de la cual asegura salir en breve plazo- a partir de la publicación de su libro "Lecciones de la economía Argentina", que el miércoles presentó en Rosario en la Fundación Libertad.
-¿Cuál es la Argentina que se encuentra el nuevo gobierno?
-Si uno quiere verlo desde un punto de vista anecdótico, Argentina es el caso más grande que jamás haya existido de necesidad de una reestructuración financiera global. Nunca hubo una empresa ni un país con el problema argentino, ni hubo un caso en que los acreedores estén tan atomizados, pero lo peor es que nunca hubo una situación en que estén quebrados el gobierno, el sector privado, el sector financiero, las empresas proveedoras de servicios y que todo hay que resolverlo simultáneamente y viendo la solvencia intertemporal. Es un gigantesco ejercicio y la sensación que tengo es que ni siquiera lo estamos mirando al problema.
-¿Cómo evalúa la actuación del gobierno de Duhalde?
-Estuvo apagando algunos fuegos, por ejemplo la explosión social, evitó la hiperinflación estabilizando el tipo de cambio, lo cual es interesante, y de alguna manera el manejo del salario del sector público fue prudente. Pero los problemas no están resueltos, el principal es la deuda (pública y privada) dolarizada que sigue ahí. En el fondo creímos que era todo un problema de precios relativos, que moviendo el tipo de cambio todo se arreglaba, y lo que hicimos fue crear gigantescos problemas.
-¿Cómo cree que se pueda resolver todo este rompecabezas?
-Esto es como cualquier reestructuración de una empresa. Una empresa tiene que calcular a través del tiempo cuánto es su resultado operativo, o sea su flujo de caja, y luego tiene que ir al acreedor y decirle "esto es lo que yo puedo pagar a través del tiempo". En el caso del gobierno, el resultado operativo es el superávit primario. Aun sin pagar afuera, por deuda interna hay que pagar unos 6 mil millones de dólares por año y eso debería ser el superávit primario, algo que no tenemos. Pero si uno hace el cálculo intertemporal, lo que pasa es que el tipo de cambio real se va a ir apreciando, y si la economía crece el PBI en dólares va a estar creciendo. Argentina debería pagar un porcentaje del PBI, en el corto plazo pago mucho menos de lo que debería, en el largo pago más, y entonces no estrangulo a Argentina.
-¿Usted cree que los acreedores están dispuestos a aceptar algo así?
-No. Creo que ni Argentina está haciendo los números, ni los acreedores están viendo el problema. Y además mi propuesta tiene un grave defecto y es el hecho de que Argentina no genera confianza. Entonces vamos a requerir de garantías y avales para que nos crean. Por eso digo que tenemos que pedir prestadas instituciones. Nosotros tenemos que hacer un acuerdo con el Grupo de los 7, decirles "tengo tal problema, es el más gigante que existe, yo quiero resolverlo, pero no lo puedo hacer solo ni hoy, este es mi plan, ayúdenme y trabajemos en conjunto". Por ejemplo, si el Banco de Italia fuera prestamista de última instancia de la Banca del Lavoro, si el Banco de Inglaterra de los ingleses, etc, eso es pedir prestadas instituciones.
-¿Cree que esa credibilidad está mejorando un poco, a partir de algunos gestos que han tenido en el exterior, Anne Krueger por ejemplo?
-El tema Krueger es muy interesante. Lo que ella dice es "estoy sorprendida porque hubo crecimiento", y eso es porque su modelo de razonamiento está equivocado. El modelo de ella es: "Devalúo, y como devalúo exporto como loco y crezco vía exportaciones", pero resulta que las exportaciones están estancadas y el crecimiento está por el aumento de la demanda interna. En el modelo de ella, jamás se le ocurrió que si las exportaciones no crecen, Argentina pueda crecer. En mi modelo, que se basa en variaciones de movimiento de capitales, si la gente sacaba 20 mil millones y ahora saca 15 mil, entonces hay 5 mil millones más para gastar, y eso automáticamente aumenta el gasto. Creo que esa alabanza en realidad es preocupante. La forma en la cual están equivocando el diagnóstico es fenomenal.
-¿Cree que esos elogios le dieron oxígeno a Lavagna?
-Lavagna en algunas cosas está contento porque dice "el Fondo se equivocó", pero lo que pasa es que él cree que estamos creciendo por sustitución de importaciones. Mentira. Estamos con la paradoja de las empresas quebradas con excedente de caja, y lo que importa es qué hacen con el excedente de caja. Mañana, generan desconfianza, la gente vuelve a comprar dólares con esos excedentes y lo que tenemos es otra recesión. Hay un gran problema de diagnóstico.
-¿Por qué está sonando con fuerza que con el Fondo habrá otro acuerdo corto?
-Eso me extrañaría muchísimo, porque el último acuerdo se lo dio el Grupo de los 7 a Argentina en contra de la opinión del staff del Fondo para no molestar con las elecciones. Cuando vino la gente del Fondo, pidieron ver a tres economistas y lo primero que nos dijeron fue "no me interesa cómo está la economía, la pregunta es cómo van a hacer las reformas estructurales porque el próximo acuerdo tiene que estar lleno de reformas estructurales". A menos que alguien les dé una orden completamente contraria, mi sensación es que van a decir "ahora vamos en serio", entonces está claro que el gobierno dice "hasta diciembre otro temporal". Está claro que se viene una discusión fenomenal.
-Pero allí hay un intríngulis político.
-El gran problema que tienen afuera es la gobernabilidad, cómo hacen para pasar las reformas estructurales que requieren de un gran apoyo del Congreso. Yo insisto mucho con Irlanda, que hoy es el mayor éxito en Europa, pero antes había fracasado cinco veces. Mientras la gente estuvo buscando intereses sectoriales siempre fracasó. Cuando se dieron cuenta de que primero hay que buscar el interés global, recién comenzó a funcionar.
-¿Usted cree que hoy los empresarios, el Fondo, las autoridades dejen de lado intereses sectoriales?
-Si uno mira el debate en Argentina, no se está en la búsqueda de un consenso social, estoy hablando del debate entre técnicos y no técnicos, todo por separado. Yo me siento predicando en el desierto, aunque estoy empezando a notar es que en algunos foros comienzan a escuchar y a buscar mecanismos. De todos modos estamos hablando de ciertas elites que están discutiendo el tema, pero yo diría que si miramos para abajo ni siquiera sabemos qué nos pasó. Basta de simplismos, miremos las cosas en su integridad.
-No es muy optimista.
-No, no soy optimista, pero no importa, por algún lado se comienza.



Ricardo Arriazu pidió un nuevo contrato social.
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