Año CXXXVI
 Nº 49.849
Rosario,
jueves  22 de
mayo de 2003
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Entrevista. El rosarino anticipa su futuro plan de trabajo en Cancillería
Rafael Bielsa: "No más relaciones carnales"
Aseguró que trabajará desde el 25 de mayo para fortalecer el bloque regional en Latinoamérica

Javier Felcaro / La Capital

"No más relaciones carnales". Con esta premisa, el futuro canciller Rafael Bielsa, devenido en una de las sorpresas del staff de Néstor Kirchner (era número puesto en Justicia), se prepara para encarar el intrincado desafío de conducir la política exterior de la Argentina.
El rosarino, quien ayer interrumpió su precalentamiento para atender a La Capital, también desterró la teoría del toma y daca con el duhaldismo como génesis del próximo gabinete: "Los buenos funcionarios son un activo estatal".
-Finalmente le tocó en suerte un puesto clave para la reinserción del país en el mundo.
-Es una enorme responsabilidad, porque la Argentina no pasa por su mejor momento en cuanto a cómo se la puede ver desde el resto del mundo. Aunque el país muestra una capacidad de recuperación extraordinaria. Hasta una de nuestras máximas detractoras, Anne Krueger (FMI), se maravilló con el repunte del producto bruto, la contención del dólar y la baja inflación. Se trata de fortalecer este proceso, y que rápidamente se traduzca en la inclusión de quienes están por debajo de la línea de pobreza, y de ser un país predecible, con imperio del derecho y una gobernabilidad menos comprometida. Así volveremos a generar la credibilidad mínima para ocupar el lugar que merecemos.
-Estados Unidos, Europa, Brasil, el Mercosur y el Alca están en agenda.
-Es un panorama complejo, pero se empieza a despejar con algunas certezas. Plantear Alca o Mercosur como par opositivo es una trampa del modelo cultural de los 90: Estados Unidos y las relaciones carnales o una asociación con los que se nos parecen. La secuencia es al revés. Hay que fortalecer la unión con los que se nos parecen.
-En este caso Brasil...
-Sí, el bloque regional. Concretarlo llevará un enorme esfuerzo, porque hace falta una gran cantidad de cuadros técnicos de las respectivas cancillerías. Teniendo esto claro, se puede generar una agenda con Estados Unidos, país respecto al cual la Argentina no es hostil. Debemos tener respeto y exigir la reciprocidad del respeto al que nos hagamos acreedores. Después de mucho sufrir, descubrimos que somos un país latinoamericano. Hay un destino pensado de México hacia abajo que implica una agenda colectiva y, mediante ella, relacionarnos con Estados Unidos y otros bloques continentales como la Unión Europea (UE), India o China.
-¿Es el adiós a las relaciones carnales?
-Seguro que no habrá más de eso en mi paso por Cancillería. Y me atrevo a decir que tampoco durante la presidencia de Kirchner.
-¿Le preocupa la injerencia de Economía, como pasó con Domingo Cavallo?
-Una relación entre Economía y Cancillería es un sistema interdependiente. Toda intervención de Roberto Lavagna será bienvenida, y no sólo porque lo conozco y aprecio. Muy pocos lo saben: cuando asumió, el primer ofrecimiento me lo hizo a mí, como viceministro en el área legal. Pero ya me había lanzado a la pelea por la Capital Federal y decliné la oferta.
-Dicen que su designación y la de Gustavo Beliz le allanaron el camino electoral a Aníbal Ibarra.
-Ignoro si hay un acuerdo político, y me parece raro. Objetivamente, Ibarra tiene dos competidores menos. No sé con exactitud la intención de votos que teníamos y qué irá hacia él, pero lógicamente esto le facilita las cosas.
-¿El gabinete saldó deudas con el duhaldismo?
-Eso parte de aceptar como cierto que Kirchner es el Héctor Cámpora de Eduardo Duhalde, la expresión de Mariano Grondona. Entonces, puede resultar irritante que algunos ministros sigan en el nuevo gabinete. Ahora, si uno se da la oportunidad de creer, y hay que reconocerle a Duhalde que la palabra que empeñó la cumplió, y pensar que quienes continúan están legitimados por su ejercicio, más que pagar una deuda se materializa algo que deberían hacer muchos políticos. Los buenos funcionarios son un activo estatal.
-¿Los aristas son bienvenidos, pese a las críticas de Elisa Carrió?
-Lilita tiene cerca a personas que respeto muchísimo. En base a lo que se está esbozando, acá no hay aristas o lópezmurphystas sino argentinos. En lo que a mí respecta, verán el máximo pluralismo.
-¿Y algún menemista arrepentido?
-En mi gabinete tendría lugar un menemista no arrepentido y honesto. Si es un arrepentido, temería que fuese un converso. Y, si es honesto y efectivamente creyó en un modelo que no triunfó, no habría problemas.
-Tras la experiencia aliancista, ¿cómo se preserva el consenso?
-No es lo mismo arreglo que acuerdo. Lo primero es la química de la política: para esta elección tenemos dos moléculas de hidrógeno y una de oxígeno, lo que nos da agua. La gran lección de la Alianza es que no existe esta química. Tarde lo comprendimos. Creo profundamente en los acuerdos, que implican no sólo poner los activos sobre la mesa sino hacer autocrítica. Si se da, habrá un consenso generalizado y esta maniobra para vaciar de legitimidad a Kirchner se transformará en una anécdota.



"Hay que fortalecer la unión con los que se nos parecen".
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