Walter Palena / La Capital
Con el armado del gabinete, Néstor Kirchner comenzó a pagarle al duhaldismo el respaldo político que le brindó para arribar a la Presidencia, pero también se blindó de gente de estricta confianza para equilibrar el poder en un esquema confeccionado con cierta dosis de pragmatismo. La continuidad del gobierno actual aparece garantizada con la presencia de los dos únicos ministros que alcanzaron prestigio en la gestión de Eduardo Duhalde: Roberto Lavagna, en Economía, y Ginés González García, en Salud. El destino de otros dos hombres del duhaldismo puro, Aníbal Fernández (Interior) y José Pampuro (Defensa), sólo produce sorpresa por los lugares a los cuales fueron destinados y no por su inclusión en la grilla. Kirchner les reconoce a Fernández y a Pampuro la "lealtad" con la que actuaron y se movieron para que el santacruceño pudiera alcanzar el ballottage, finalmente abortado por la deserción de Carlos Menem. Lo de Lavagna y González García fue algo lógico, tal vez los dos número puesto, aun cuando el presidente electo se refugió a meditar en su residencia sureña de El Calafate para evitar seguir escuchando los sonidos de clarines y trompetas que preanunciaban los nombres que integrarían el gabinete. El hecho de que Kirchner anunciara el equipo en Santa Cruz y no en Buenos Aires tiene aristas de sobreactuación: mostrar la independencia con la nombró a sus colaboradores, apelando incluso a la incógnita y al efecto sorpresa, algo que logró largamente con Rafael Bielsa en Cancillería y Daniel Filmus en Educación. Al abogado constitucionalista rosarino le espera una agenda de temas centrales para el país en un contexto internacional extremadamente lábil: la relación con EEUU, la Unión Europea (donde se viene una discusión de fondo con la actualización de las tarifas de los servicios públicos privatizados) y el reimpulso del Mercosur (un espacio comercial moribundo más allá de la retórica que despliega Lula Da Silva). Salvo para los porteños, de Filmus se sabe poco y nada. Dicen que tiene sobrados pergaminos como defensor de la escuela pública (ver página 6). La vuelta de Gustavo Beliz a un elenco ministerial era previsible. El futuro ministro de Justicia fue el coordinador del equipo de campaña del santacruceño. En esta nueva etapa, el ex funcionario menemista tendrá como tarea central recomponer los lazos entre la sociedad y la Justicia, además de tocarle un tema pendiente en el que el gobierno de Duhalde se entreveró en amagues: la suerte de los integrantes de la Corte Suprema. Lo que no sorprende es que Kirchner haya acorazado su despacho con cuatro personas de su riñón. La política social será manejada por su hermana, Alicia Kirchner. Alberto Fernández ocupará la jefatura de Gabinete, el diputado Sergio Acevedo será el jefe de la inteligencia estatal y el neuquino Oscar Parrilli ocupará la secretaria general de la Presidencia. Pese a la promesa, no hay extrapartidarios en el gabinete. Son todos dirigentes que provienen de peronismo o que se han reciclado en ese espacio. Equilibrio, devolución de favores y misterio pueden ser las tres palabras que sinteticen a la nueva troupe ministerial.
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