Año CXXXVI
 Nº 49.847
Rosario,
martes  20 de
mayo de 2003
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A la caza de Vilas y Clerc
La nueva generación del tenis argentino pelea por un lugar histórico
Coria y compañía ya dejaron atrás casi todos los récords de sus antecesores y van por más

La llegada de Guillermo Coria al séptimo lugar del ránking mundial le permitió a la actual generación terminar de superar a su camada anterior, para meterse de lleno en la búsqueda de los récords de los dos más grandes tenistas de la Argentina: Guillermo Vilas y José Luis Clerc.
Al avanzar el séptimo puesto, Coria superó a Alberto Mancini -justamente su entrenador-, quien en 1989 había alcanzado el octavo lugar del mundo, con lo que la tercera generación de tenis de la Argentina acabó con el último logro conseguido por su antecesora.
Además, al séptimo lugar de Coria se le agrega el octavo puesto de David Nalbandian, con lo que Argentina vuelve a contar con dos tenistas entre los diez mejores del mundo -algo que la anterior generación no consiguió-, veinte años después de que Vilas y Clerc hayan estado entre los top ten.
Tras 20 años de éxitos importantes, pero en los que el gran golpe no terminaba de llegar, el tenis argentino vivió el año pasado, en Wimbledon, el momento largamente esperado de la mano de Nalbandian, quien arribó a la final del torneo más importante del mundo, lo que significó el salto de calidad de la tercera generación de tenistas criollos.
Hace ya cinco años surgía una camada de tenistas encabezada por Franco Squillari, Mariano Puerta, Mariano Zabaleta y Guillermo Cañas, quienes prometían cubrir el bache que se producía en ese momento, cuando ningún argentino figuraba entre los 100 primeros del mundo.
A medida que ellos comenzaban a cosechar resultados se les sumaban en el circuito Juan Ignacio Chela, Agustín Calleri y Gastón Gaudio, mientras que entre los juveniles descollaban Coria y Nalbandian.
Esta generación reemplazó a la que Argentina tuvo durante la segunda mitad de los ochenta y la primera parte de los noventa con jugadores de gran nivel como Alberto Mancini, Martín Jaite, Guillermo Pérez Roldán, Horacio de la Peña, Franco Davin, Hernán Gumy, Javier Frana y varios otros.
Sin embargo, ninguno de ellos pudo jamás superar los cuartos de final de un Grand Slam, mientras que en la Copa Davis alcanzaron las semifinales en 1990, perdiendo como visitantes, con Australia, por 5-0, como dato más destacado en la máxima competencia por equipos.
De la nueva generación, el primer gran golpe lo dio Squillari, quien en junio de 2000 llegó a la semifinal de Roland Garros, mientras que en 2001 ya había nueve argentinos entre los 100 mejores del mundo, y a nivel de conjunto se lograba el ascenso al Grupo Mundial después de diez años en la Zona Americana.
Con José Acasuso como nuevo integrante de la armada argentina, el 2002 arrojó la obtención de ocho títulos del circuito ATP, uno de ellos el Masters Series de Toronto, y la conquista del campeonato Mundial por equipos de Duesseldorf, algo que sólo se había logrado en 1980.
Además, en la Davis se le ganó a Australia y Croacia, como local, y luego se perdió ajustadamente, por 3-2, en las semifinales con Rusia, instancia en la cuál este año Argentina debe medirse con España luego de dejar en el camino a Alemania y Rusia.
Justamente, la final alcanzada por Nalbandian en Wimbledon le permitió a la actual camada de tenistas mejorar estadísticamente al maestro Vilas, quien sólo había podido llegar a los cuartos de final de ese torneo en 1975 y 1976.
El tenista nacido en Unquillo, Córdoba, se convirtió asimismo en el argentino con mejor ránking de final de temporada, en 2002 con su undécimo puesto, desde que Alberto Mancini ocupó en 1989 el noveno lugar.
Ya en 2003, con tres tenistas entre los 20 mejores del mundo -además de Nalbandian y Coria, se encuentra Calleri, y hace un par de semanas estaban Cañas y Gaudio- los argentinos demostraron que no sólo son profetas en su superficie favorita, el polvo de ladrillo, sino que también lo hacen en las otras más esquivas.
Una prueba de ello es la final de David Nalbandian en el césped de Wimbledon, y su conquista del abierto de Basilea, sobre carpeta, y la obtención del Masters Series de Toronto por parte de Cañas, sobre cemento, algo que también les permite destacarse por sobre sus antecesores, quienes consiguieron sus resultados más importantes sobre polvo de ladrillo.
La última semana la actual generación del tenis argentino no sólo se encargó de seguir superando a su antecesora sino que marcó un hito a nivel mundial al convertirse en el primer país en clasificar a cuatro jugadores para las semifinales de un Masters Series, los más importantes después de los cuatro Grand Slams.
Gaudio, Nalbandian, Calleri y Coria fueron los que inscribieron su nombre en la historia del deporte blanco, y fue el último de los cuatro quien levantó anteayer el trofeo, en Hamburgo, para darle a esta camada el segundo título en torneos Masters Series, en los cuales deben participar obligatoriamente los mejores jugadores del mundo.
Con su victoria, Coria, quien pide a gritos un lugar en el equipo que enfrentará a España, en septiembre, por la Copa Davis -una cuenta pendiente del tenis nacional-, se encargó de ilusionar a todos los argentinos con su talento y la magia de su tenis, en una generación que ya tiene como objetivo superar a los dos más grandes: Vilas y Clerc. (Télam)



Coria estrena la vanguardia entre los argentinos.
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