Año CXXXVI
 Nº 49.846
Rosario,
lunes  19 de
mayo de 2003
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Nueva etapa. Concluye uno de los períodos más difíciles de la democracia
Duhalde deja algunas cuentas pendientes
El presidente entregará el mando a Kirchner lejos de las llamas del 2001, pero con varios frentes de conflicto

Micaela Pérez

Con aciertos y errores que marcaron su gobierno, el presidente Eduardo Duhalde entregará a su sucesor Néstor Kirchner el domingo próximo un país alejado de las llamas de diciembre de 2001, pero con varios frentes de conflicto abiertos que obligarán al santacruceño a demostrar desde el inicio de su gestión su capacidad como piloto de tormentas.
Kirchner recibirá una Argentina que despunta algunas señales de recuperación tras cuatro años de recesión consecutivos, con sectores económicos que esbozan una tibia reactivación, pero a la vez con altísimos niveles de desempleo, pobreza e indigencia y un mercado interno deprimido por el derrumbe salarial que ocasionó la devaluación.
"Si no he hecho más es porque no he podido", es la frase que el presidente Duhalde ha tomado por costumbre repetir en sus últimos discursos, a la hora de hacer su propio balance después de dieciséis meses de gestión signados por una asunción traumática que tuvo como telón de fondo una crisis institucional, política, económica y social que no registra precedentes en la historia argentina.
Duhalde fue proclamado por la Asamblea Legislativa para completar el mandato que dejó trunco Fernando de la Rúa el 2 de enero del 2002, con la encomendada misión de sacar al país de una crisis de dimensiones tan profundas que en sólo días arrasó con cuatro presidentes que desfilaron por la Casa Rosada.
Con el peso del default declarado por el puntano Adolfo Rodríguez Saá, Duhalde llevó adelante una gestión errática en los primeros meses del 2002, durante los cuales tuvo que pelear contra varios frentes para poder estabilizar un país que se encontraba como un barco a la deriva.
Como características centrales del mandato duhaldista, sobresalen el perfil productivista que buscó imprimirle a su gobierno en contraposición al modelo neoliberal de los '90, un nuevo estilo en las relaciones internacionales con el que le puso fin al alineamiento automático con los Estados Unidos impuesto por el menemismo, una conflictiva relación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), los vaivenes con la Corte Suprema por la redolarización de los depósitos y una lucha sin cuartel por sacar de la escena política a su peor enemigo, Carlos Menem.
En su primera semana como presidente, Duhalde debió tomar una de las medidas más polémicas y traumáticas de su gobierno: la devaluación y la posterior pesificación asimétrica instrumentada por Jorge Remes Lenicov, su ministro de Economía en ese entonces, también autor del corralón financiero.
La primera parte de la gestión duhaldista transcurrió en medio de un clima social caldeado, con escraches a políticos que se repetían casi a diario, marchas y manifestaciones de ahorristas en reclamo por sus depósitos atrapados en el corralito y protestas piqueteras que fueron transformando poco a poco la fisonomía de la ciudad hasta convertirla en un virtual campo bélico.
El "Acuerdo de 14 puntos" que firmó en abril del 2002 con los gobernadores peronistas sólo se trató de una ratificación de la voluntad argentina de reintegrarse al mundo y encaminar nuevamente la negociación con el FMI después de algún amague presidencial de patear el tablero.
Con la firma del acuerdo con las provincias entró en escena Roberto Lavagna para hacerse cargo del Ministerio de Economía, tras el fracaso de la gestión de Remes Lenicov. Sin embargo, hubo que esperar varios meses, en rigor, hasta enero del 2003, para que Argentina pudiera alcanzar un acuerdo transitorio con el Fondo, después de la negociación más ardua y prolongada que se recuerde.
Lavagna logró con su estilo mesurado que la economía argentina comenzara a dar señales positivas después de cuatro años consecutivos de recesión.
Duhalde anunció elecciones presidenciales para el 30 de marzo, después desbarató con una maniobra de ingeniería política la interna del PJ con el apoyo de la mayoría de los gobernadores y con el único objetivo de obstaculizar la candidatura de Menem.
Finalmente, el presidente corrió el comicio presidencial para el 27 de abril y la eventual segunda vuelta para el 18 de mayo.
Para enfrentar a Menem, Duhalde impulsó primero la candidatura de Carlos Reutemann, quien la rechazó, después apoyó a José Manuel de la Sota y como última alternativa volcó su respaldo hacia Néstor Kirchner. (DyN)



Duhalde finalmente cumple su promesa: se va el 25.
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