Año CXXXVI
 Nº 49.846
Rosario,
lunes  19 de
mayo de 2003
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Las inmobiliarias toman sus recaudos para detectar los avales comprados
Garantías truchas, una bomba de tiempo que prospera al compás de la necesidad
Los intermediarios apuntan a los inquilinos que no las consiguen por derecha y a dueños desesperados

Marcelo Castaños / La Capital

"Alquile, yo le firmo". La oferta, tentadora, se ha convertido en una salida para muchas personas que necesitan alquilar, un salvavidas de plomo para propietarios desesperados que venden sus firmas, y un alerta para inmobiliarias y administraciones. Pese a que en los últimos meses las exigencias de garantías se han flexibilizado en muchos contratos, los garantes truchos proliferan y ya tienen su mercado. Las administradoras, en tanto, toman recaudos y aguzan su alerta para detectarlos.
Los avales comprados fueron siempre muy comunes en Buenos Aires, pero en los últimos dos años se instalaron en Rosario, y se consolidaron. Cada domingo, no bajan de 10 y llegan a 15 las ofertas en los clasificados.
Las explicaciones son varias: la gente tiene cada vez más resistencia a salir de garante; la inestabilidad laboral hace imposible prever que un inquilino no tendrá problemas a futuro, y los mismos interesados en alquilar ven en este mercado la forma rápida de cumplir con los requisitos.
Del otro lado, algunos propietarios se dejan tentar por ofertas del tipo "gane mil pesos con una sola firma", o "gane 800 semanales". Tienen planeado vender su propiedad y se largan a la empresa, o creen que el riesgo no es tan grande.
Una garantía trucha se está cobrando entre el equivalente a un mes de alquiler y casi el doble, según el oferente. Ese monto se reparte en partes iguales entre propietarios e intermediarios, tal cual las averiguaciones hechas por La Capital.
Y las inmobiliarias advierten sobre las consecuencias: si el inquilino no paga, se perjudicará el locador. Si la garantía entró en el circuito de buena fe, a corto plazo sufrirá la ejecución de su propiedad.

Cómo los detectan
"Alquile: conseguimos vivienda y garantías", dice un aviso clasificado. Mejor, imposible, piensa desesperado el que está buscando y no encuentra por ninguna parte.
"Estos casos suelen quedar a la vista cuando se consulta a la Cámara de Comercio. Cuando pedimos los informes sobre la propiedad, salta que ha sido ofrecida como garantía repetidamente en poco tiempo", cuenta una empleada de una importante inmobiliaria céntrica.
Pero esa no es la única forma. La misma persona sabe por experiencia que los garantes truchos o los inquilinos que los contratan tienen algunos tics. "Hay cosas que nos alertan, como cuando son tíos o primos de otros lugares, difíciles de ubicar. Suelen venir apurados y poco dispuestos a entablar un diálogo sostenido, cosa que a nosotros nos interesa", comenta.
Juan Orsi, administrador de propiedades, ofrece algunos detalles más. "Por ejemplo, si una escritura es de tercera generación -la propiedad fue adquirida a su vez a un comprador- y pasó de mano en mano en poco tiempo, sospechamos", dice el especialista, para ahondar: "También tenemos cuidado cuando se trata de una propiedad muy reciente. Suelen ser solteros, presentar direcciones difíciles de encontrar o rarezas por el estilo", afirma.
Similares recaudos toma José Luis Luraschi, de Pagano propiedades e integrante de la Cámara de Empresas Inmobiliarias de Rosario, quien agrega que en muchos casos se trata de garantías con un muy bajo avalúo fiscal.
Pero también puede ocurrir que el propietario recién ingrese a este mercado actuando muchas veces por necesidad, y no va a mostrar aquellos indicios. "Por eso es importante el diálogo que se tenga tanto con el inquilino como con el mismo garante", coinciden las fuentes consultadas. De esas charlas surge que la relación entre la garantía y el inquilino es confusa o lejana. "Por los general preguntamos datos del garante que el inquilino no va a conocer si no es alguien muy cercano", cuenta Orsi.
Otra cosa que han hecho propietarios y administradores ha sido flexibilizar las exigencias, cuando el aspirante a ocupar la vivienda despierta confianza. Por ejemplo, ahora suelen aceptar como garantías propiedades de otras localidades, cosa que antes no se hacía. Saben que muchos estudiantes no tienen a quién recurrir en Rosario, y que sin embargo vienen de familias que podrán hacer frente al alquiler, impuestos, servicios y expensas. Una garantía propietaria y una salarial suele ser otra opción.
"Antes nos plantábamos en dos propietarias, ahora podemos trabajar combinando. Incluso, hoy por hoy juega un peso muy importante la confianza y la trayectoria del cliente", confiesa Luraschi.

"No somos improvisados"
"Entendemos su recelo, pero no somos ningunos improvisados. Hace siete años que estamos en esto y administramos más de 60 propiedades", afirman del otro lado de la línea, a la que una voz dubitativa llamó para ver si podía poner su propiedad como garantía. El aviso decía: "Pago 1.000. Seriedad". La cosa no era tan así. En realidad, estos administradores pagan el 50% de lo que cada inquilino abona por el servicio. Esto es, por un alquiler de 200 pesos se le pagarán 100 a la garantía trucha. Es decir que ganará mil saliendo como garante de diez alquileres.
Semejante riesgo hace temblar al supuesto interesado. "No se haga problemas, no es que usamos su propiedad y ahí se termina todo, en realidad nosotros comprometemos al inquilino con la firma de algunos papeles", dice el hombre, aunque no aclara de qué papeles se trata. Y para tranquilizar al oferente, agrega: "No nos conviene que usted tenga problemas porque lo perdemos como cliente". Y remata: "Hace siete años que estamos en este negocio. Somos pocos y nos conocemos mucho".
Orsi asegura que no es así. "Ellos le dicen a la gente que va a ganar mil pesos, después la terminan paseando por todo Rosario y les tiran unas chirolas", advierte, para recordar que "esta gente siempre trabajó con la compra venta rápida de propiedades reventadas, pero ahora, como el costo de las operaciones es muy pesado, buscan en el mercado propietarios necesitados que arriesguen por cuenta propia".
En el mismo rubro, y con el mismo teléfono del intermediario que convoca a los propietarios, otro aviso solía decir: "Garantías irrechazables. Bancos, trámites. Financiamos. Seriedad".
"¿Con qué inmobiliaria piensa alquilar?" le dice al presunto inquilino quien puso el aviso que prometía "garantías irrechazables". El interlocutor trastabilla. Todavía no ha elegido el departamento, así que no sabe con quién trabajará. "Ah, primero vea por dónde va a alquilar, porque no trabajamos con cualquier inmobiliaria", advierte el hombre, con aire de selectividad, antes de informar que se paga "un mes de alquiler" por cada firma.
En realidad, la selectividad no es un don de ellos, sino una condición para que las garantías no reboten. En general, en las inmobiliarias importantes ya están bien adiestrados para detectarlos.
Adriana, otra que administra propiedades "irrechazables", se sincera. "No podemos presentarlo en cualquier inmobiliaria porque se dan cuenta". Advertido, el supuesto inquilino le aclara que va a alquilar al dueño a través de un estudio jurídico. "Entonces sí, pero ahí usted no tiene que titubear. Le va a decir que el garante es un amigo lejano, o un primo. Y tiene que decir siempre lo mismo. Cuando venga, yo le doy los papeles y le explico", tranquiliza.
Ella cobrará 200 pesos por una garantía de un alquiler de 160. Otro, que se publicita con un contundente "alquile, yo le firmo hoy", cobrará 300 por el mismo alquiler. Será tan selectivo como los anteriores a la hora de ver a quién presenta la garantía y confirmará lo que advierte Luraschi respecto de la reincidencia de los inquilinos con garantes igualmente dudosos. "Si te la rechazan, buscamos otra, y en última instancia te devolvemos el adelanto de cien pesos", asegura.
Las inmobiliarias dicen que los tienen identificados. Ellos ofrecen garantías "irrechazables" y dinero fresco a quienes se animen a firmar. Evidentemente, tienen un mercado lo suficientemente interesante como para seguir con el negocio. Un negocio que funciona como una bomba de tiempo. A la larga o a la corta explotará, y alguien quedará fundido. Seguramente no será un intermediario.



(Ilustración: Ippóliti)
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