Año CXXXVI
 Nº 49.845
Rosario,
domingo  18 de
mayo de 2003
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Daniela Sparvoli, asesinada en Cañada de Gómez
Retrato de una maestra que dio lecciones de afecto y sacrificio
Cada día viajaba 80 kilómetros para dar clase. Temía que la escuela fuera cerrada

Walter Gasparetti / La Capital

Correa.- Daniela Cintia Sparvoli, la docente que fue violada y estrangulada en un camino rural cercano a Cañada de Gómez, cumplió sin saberlo uno de sus deseos más queridos. Dos de sus amigos, distanciados desde hace tiempo por discusiones personales, volvieron a encontrarse en la sala donde se velaron sus restos.
El episodio fue relatado por la madre de la maestra, Marta Ferreira, y el acontecimiento es para ella una especie de milagro que jamás olvidará porque supo del esfuerzo que la joven hizo para unirlos nuevamente. "Lloraron juntos y se abrazaron, y de algún modo, estoy segura, mi hija disfrutó de ese momento", dijo.
Los familiares, amigos y conocidos describen a Daniela como una mujer decidida, trabajadora y sumamente sensible. Por decisión propia había querido ser maestra rural porque su compromiso siempre estuvo con los más necesitados, casi una constante en los testimonios recabados por este diario.
Hace apenas 15 días el Ministro de Educación la había confirmado como titular del cargo que desempeñaba y en esos días estaba preocupada porque recibió la información de que el establecimiento al que ella concurría (Escuela Loma Partida), estaba por cerrar debido a la escasa matrícula de alumnos.

Con vocación de docente
Daniela nació un 8 de marzo de 1976, cursó sus estudios secundarios en la Escuela Nº 260, José Pedroni, de Correa, y se recibió de maestra en el Instituto Superior del Profesorado Nº 5 Perito Francisco Moreno, de Cañada de Gómez.
Ariel Sade, con quien se casó hace algo menos de un año, la conoció "de casualidad" cuando un amigo se la presentó. Al recordar el episodio, el marido recordó: "Me pidió que estuviera con ella porque mi compañero estaba con su amiga y nos terminamos enamorando".
Ariel es cerrajero y ambos alquilaban una casa en Carcarañá a donde ella se trasladó cuando resolvieron formalizar el matrimonio. Casarse significó para Daniela asumir algunos cambios: el más traumático (aunque ella no lo asumía como tal) fue tener que viajar todos los días alrededor de 80 kilómetros para llegar al establecimiento escolar.
Marta Ferreira, su madre, aún está golpeada por el horrendo crimen de Daniela. Sin embargo recibe a la prensa y no ahorra comentarios a la hora de contar detalles de la vida personal. "La vocación de ella era trabajar en las villas miserias o escuelas rurales y tuvo la suerte de poder hacer lo que verdaderamente amaba", remarca.
"Daniela me visitaba todos los fines de semana, a pesar que vivía en Carcarañá. En mi casa la observé llorar en varias oportunidades cuando la televisión mostró la inundación en Santa Fe. Creo que esa sola imagen la describe de cuerpo entero", relató.
La madre recordó que siempre estaba decidida a colaborar en campañas de ayuda, y rememoró que, en varias oportunidades, le solicitó ropa de abrigo para llevar a otros sitios. "Sin saber el destino que le daba, un maestro amigo una vez me agradeció a través de ella por las prendas que había donado", contó.
Daniela vivió sus últimos momentos en el campo, en un paisaje idéntico al que enseñaba a seis alumnos en una escuela rural de Villa Eloísa. Marta recordó que durante el velatorio conoció a Marisel Moreto, una amiga de Arroyo Seco con la que solía intercambiar correspondencia.
"Era católica y confiaba en Dios y lamentablemente no pudo cumplir con uno de sus constantes pedidos de donar los órganos a otras personas. Además me decía siempre que si se moría en un accidente que no hiciera juicios porque la gente que la transportaba, de alguna forma, le estaba ayudando a pagar el alquiler de su casa".
Las amigas solían llamarla "Madre Teresa de Calcuta" y sus compañeras de la docencia de Villa Eloísa destacan su predisposición frente a la adversidad. Las amigas de la "barra" la calificaron como una "amiga de fierro que siempre estaba en los buenos y malos momentos".
Para reflejar el comportamiento que tuvo la región ante el homicidio, las docentes de la Escuela Sarmiento de Cañada de Gómez concurrieron a clases con un crespón negro y sacaron un pizarrón al exterior en el que escribieron: "repudio ante la muerte y desaparición de la compañera Daniela por viajar a dedo desde su casa al trabajo".



Daniela apareció muerta en un camino rural.
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