Año CXXXVI
 Nº 49.845
Rosario,
domingo  18 de
mayo de 2003
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Deuda y comercio exterior, dos caras de una misma negociación

Alvaro Torriglia / La Capital

"En el frente externo hay dos temas que condicionarán la posibilidad de que la economía argentina entre en un período de crecimiento sostenido: la negociación con los acreedores externos y las discusiones para liberalizar el comercio internacional de productos agropecuarios". La advertencia de la economista Beatriz Nofal en el Precoloquio de Idea tiene una razón: en el escenario actual, la deuda de 140 mil millones de dólares que tiene la Argentina multiplicó su peso respecto del Producto Bruto Interno, lo cual significa que se requieren muchos más años de exportaciones para su pago.
En el encuentro de empresarios realizado en la Bolsa de Comercio de Rosario se buscó consolidar la idea de que la agroindustria, con base en el interior, está llamada a convertirse en el tren del nuevo modelo de desarrollo, a partir del cual reinsertarse en la economía internacional. De hecho, los think tank del sector agropecuario vienen manejando como meta para los próximos 10 años dar el salto hacia la cosecha de 100 millones de toneladas, la exportación de un millón de toneladas de carne y el retorno del negocio lácteo al camino de crecimiento, a tasas del 5% anual.
Nofal, ex diputada de la Alianza y negociadora de los primeros acuerdos con Brasil en el año 86, enfatizó la vinculación de las negociaciones sobre comercio internacional con las conversaciones para reestructurar la deuda.
Señaló al respecto que uno de los aspectos más perjudiciales del estancamiento en las conversaciones multilaterales sobre comercio agrícola es que "ya no se habla de la relación entre comercio y deuda, cuando es claro que uno de los efectos del proteccionismo de los grandes países es la imposibilidad de financiarse por parte de los países en desarrollo".
En materia de comercio agropecuario, se vuelcan anualmente al mundo unos 300 mil millones de dólares en subsidios. A eso se suma una maraña de barreras arancelarias y paraarancelarias. Los países que más invierten en esa fortaleza comercial son Estados Unidos, la Unión Europea y Japón.
En 2001, la ronda de Doha realizada en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC) avanzó en la redacción de una agenda sobre comercio agrícola pero las negociaciones se estancaron como consecuencia de la recesión mundial y la modificación en el panorama internacional luego de los atentados en Estados Unidos y la guerra en Irak.
Para Nofal, la ronda de Doha fue directamente perjudicial para la Argentina. Y dio un ejemplo: "Se tarificaron las barreras arancelarias, lo cual parece un avance pero el resultado fue que en el caso de la Unión Europea esos aranceles subieron 63 por ciento", señaló.
Este campo minado de subsidios y protecciones en el mercado mundial, que no sólo involucra a los grandes bloques económicos sino a las potencias emergentes como India, China o Brasil, tiene consecuencias muy concretas en las exportaciones argentinas.

En carne propia
Alberto Rodríguez, de Ciara, entidad que agrupa al mayor complejo exportador del país, con ventas al exterior por 6 mil millones de dólares y clientes en cien países, puso como ejemplo el caso de las exportaciones a China. A partir del año 97, cuando el país asiático comenzó a aplicar derechos de importación para desalentar el ingreso de productos con valor agregado, las ventas de aceite de soja con ese destino bajaron de 4,6 millones de toneladas a 3,8 millones en 2002, mientras que las de harina proteica bajaron de 3,5 millones a 100 mil. Las colocaciones de grano de soja sin procesar subieron, en cambio, 307%.
Rodríguez enumeró una larga lista de casos en los que aparecen controversias igual de perjudiciales y destacó que en ese punto se encuentra una de las razones por las cuales Argentina no aumenta el valor agregado de sus exportaciones. El mundo las castiga.
Juan Forn, gerente de Molinos, la empresa del Grupo Pérez Companc que controla la láctea Molfino/La Paulina, puso el ejemplo del mercado internacional de leche en polvo. "A mil dólares por tonelada que es el precio actual, en Europa el subsidio es de mil euros por tonelada", graficó.

El impacto de una liberalización
Nofal agregó que "hay estudios serios que hablan sobre el impacto que tendría la liberalización del comercio agropecuario mundial sobre la situación económica y social de la Argentina, ubicando por ejemplo que su influencia es de 3 ó 4 puntos en el indicador de la línea de la pobreza".
La especialista planteó un panorama complicado en este aspecto. A la vez que planteó que la OMC y las rondas multilaterales de comercio son los escenarios claves sobre los cuales el gobierno tiene que trabajar ("En los acuerdos entre regiones sólo se terminan negociando cuotas de acceso", alertó), y advirtió que el sistema internacional de regulación del comercio corre el riesgo de "sufrir el mismo deterioro que la ONU".
Respecto del Mercosur, la economista, reconocida por su militancia a favor de la integración regional, lanzó un inquietante alerta. Dijo que el proceso de integración está estancado desde el año 99 y aseguró que la decisión que deben tomar los gobiernos de los principales países miembro pasan por "profundizar el Mercosur, perfeccionando la unión aduanera e incluyendo la coordinación macroeconómica y un tribunal de alzada para controversias comerciales o retroceder a una zona de libre comercio".
Para Nofal, profundizar la integración "requiere de compromisos vinculantes y serios, aprobados por el Parlamento". Y en esto, dijo, "la responsabilidad mayor la tiene Brasil, por su liderazgo regional: ¿hasta qué punto la clase política brasileña está dispuesta a resignar libertad de decisión a cambio de resucitar el Mercosur?".
"En 2002, luego de la devaluación, Argentina y Brasil se sentaron para limpiar la mesa de negociaciones pero la que más limpió fue la Argentina mientras que Brasil aplica para un número importante de productos requisitos de ingreso más exigentes que los que impone la Unión Europea", agregó.
Nofal llamó a revisar "una doctrina peligrosa que se ha impuesto en el país durante los últimos años". La del "realismo negociador", que dice que "hay éxito cuando se cierra un acuerdo, sea cual sea su contenido". Una advertencia aplicable tanto a las negociaciones sobre comercio internacional como a las que involucran la reestructuración de la deuda.


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