Omar Bravo / La Capital
Jueves poco antes de las tres de la tarde, sobre Buenos Aires cae una de esas lloviznas que exaltan los grises de sus barrios, ricos o pobres, aún el de los más bellos como La Recoleta, donde se encuentra el departamento de los Kirchner, Néstor y Cristina, en la esquina de Uruguay y Juncal. Ambos acaban de regresar de su almuerzo televisivo con Mirta Legrand, seguidos antes y después por la patria movilera, que no les da tregua desde que Carlos Menem renunció a dar la pelea final por la Presidencia de la Nación, lo que consagró automáticamente al santacruceño. En una de las habitaciones sólo hay tres personas. El presidente electo, su vocero y jefe de prensa, Miguel Núñez, y el corresponsal de La Capital en Buenos Aires, los tres hinchas de Racing, por lo que el tema no puede ser otro. La renuncia del entrenador Osvaldo Ardiles después de los fatídicos penales ante los colombianos del América de Cali promueve los interrogantes sobre lo inmediato. "¿No volverá Mostaza?", pregunta Kirchner, quien ya se quitó el traje cruzado con el que fue a los estudios de América TV y se puso una camisa a cuadros Lacoste, con los colores de Racing. "O el Coco...", completa en referencia a Alfio Basile. Después de las lágrimas académicas por el adiós a la Copa Libertadores, el cronista expresa su reconocimiento al presidente electo por cumplir con su palabra de hablar con La Capital antes del domingo 18, cuando todavía creía que iba a haber ballottage. "Ustedes estuvieron de movida", palmea Kirchner, quien increíblemente recuerda entrevistas, viajes y charlas compartidas, algunas de más de tres años de antigüedad (también Cristina, como se verá luego). Es momento de hacer las preguntas que se puedan en el escaso tiempo disponible. -¿Es cierto que quiere darle a su futuro gobierno el toque de "democracia de opinión pública", como ocurre en Estados Unidos o Europa? -Mire, lo último que quiero es que la sociedad vaya a pensar que mi gobierno va a funcionar sin tener en cuenta a la gente, sus pensamientos y aspiraciones. Conmigo no habrá ningún misterio. La sociedad tiene que estar informada. Lo que ocurre es que desde que empezaron a preguntarme si voy a negociar con la Corte Suprema de Justicia y yo contesté que no, o que no iba a estar preso de las corporaciones, algunos se asustaron, porque están habituados a la impunidad y a los manejos oscuros. Yo voy a echar luz sobre todos esos manejos, y ante cualquier intento de extorsión voy a pedir un micrófono, a usted, a sus colegas, para hablar con el pueblo argentino. -¿Cuándo usted piensa en el país que empezará a presidir dentro de una semana, qué imágenes le vienen a la mente? -La verdad es que lo veo con realismo, consciente de la etapa de la historia argentina que me toca. Sé muy bien que prácticamente hay que construir un país, pero no les voy a fallar a los que confiaron en mí. Usted pudo ver cómo la gente en la calle me grita que no afloje, me desea suerte. Estoy decidido a construir un país, no digo con las características que lo soñó el general Perón en los años 40, pero sí con un grado de autonomía razonable dentro de un mundo que asumimos como interdependiente. Pero habrá que ir gradualmente, sin demagogias, todos los días un poco. -Ricardo López Murphy y Elisa Carrió se asumen como opositores pero dicen que no pondrán palos en la rueda. Hasta el propio Menem prometió ayudar... -Eso me parece muy maduro. Todos los que votaron por una opción de cambio el 27 de abril tienen que participar desde su rol en la construcción de un país diferente. Mi gobierno será dialoguista, respetuoso de las instituciones, de la ley, y se identificará dentro de un espacio nacional, popular, progresista y racional. Como su hubiese estado ensayado, la puerta se abre cuando el santacruceño termina de responder. La futura primera dama ingresa a la habitación, saluda y también trae del recuerdo una charla telefónica de finales del 2001 sobre las contradicciones del hoy desaparecido Frente Federal Solidario. "Yo te dije que no eran ni Adolfo (Rodríguez Saá) ni (Ramón) Puerta: era Néstor ¿viste?", bromea. El presidente electo festeja la intervención de su esposa y reitera las palmadas que anuncian el fin de la entrevista.
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