Aníbal Fucaraccio / La Capital
Apareció Plaza. Parece que cuando se siente presionado recurre a su vieja y venerada mística, saca lo mejor de sí y lo plasma en el terreno de juego. Ansiedades y exigencias -propias y ajenas- al margen, Atlético del Rosario logró ayer un necesario y contundente triunfo por 58 a 8 ante San Albano en el pasaje Gould en un encuentro correspondiente a la séptima fecha del torneo de la Unión de Rugby de Buenos Aires (Urba). Así, lavó la imagen sepia de las fechas anteriores que cargaba sobre sus hombros, recuperó sus chances de clasificar a la Zona Campeonato, se reconcilió con su gente y por momentos se permitió ilusionar con un futuro inmediato con algunos signos de mayor comodidad. Los rosarinos se debían a ellos mismos una victoria de este tipo: clara, segura, tranquila, que no deje ninguna duda en su andar. La seguidilla de tres derrotas consecutivas los había apartado de su plataforma de expectativas iniciales. Charlas internas mediante, con cambio de capitán incluido (ahora la designación recae en la experiencia de Octavio Bartolucci), parece que los síntomas de recuperación comenzaron a evidenciarse y el resultado de ayer lo refleja sin tapujos. San Albano era toda una incógnita. Un equipo que venía del ascenso, que jugó sus dos primeros cotejos sin los titulares (todo el plantel estuvo sancionado y suspendido), y pese a ello en sus últimos duelos llegó a ganarles a Alumni y La Plata, dos conjuntos que superaron a Plaza en este certamen. Pero el mayor enemigo de Atlético residía en su seno, en su voluntad de ser, en su espíritu de grupo. Y desde allí nació esta inobjetable victoria. Esta vez no hubo desconcentraciones, no se otorgaron ventajas y se salió con la firme decisión de ganar o ganar. Bajo una llovizna pertinaz, en una cancha difícil de transitar y con la pelota mojada que complicaba cualquier intento de juego continuado, siempre fue el local el protagonista exclusivo de la tarde. El pack de forwards cumplió una tarea formidable teniendo en cuenta las variables externas. De los 8 tries que señaló Plaza, 7 surgieron de movimientos de sus delanteros. El scrum, el line y el maul en ofensiva fueron facetas que los rosarinos aprovecharon de tal manera que se volvieron incontrolables para la permeable defensa de San Albano. Horcada se transformó en la figura de la tarde en base a su inagotable esfuerzo y a su notable dinámica, Marchiaro participó más del juego y levantó mucho su producción y Dañíl estuvo siempre atento para darle ritmo a los innumerables ataques plazones que se repitieron durante los 80 minutos. Por todo esto Atlético, como expresión colectiva, ayer exhibió una versión de su rugby mejorada, más auténtica, más acorde con sus necesidades actuales y, sobre todas las cosas, mucho más comprometida.
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