Lo difícil, volver a empezar

"Nos prestaron una vivienda, colchones y frazadas. Me dieron dinero. Compramos mercadería para comer. En el supermercado, parece mentira, sonaba (Alejandro) Lerner de fondo: «Volver a empezar, que aún no termina el juego. Volver a empezar...». Eran las mismas palabras que me había dicho el Cordobés, el que me salvó la vida. Volví al lugar donde estaba mi familia. Se acercaba la noche. Llegaron Duilio y Darío, unos amigos. «¿Cómo hicieron para ubicarme?», pregunté. Me trajeron de todo. No supe cómo agradecerles. Intenté no llorar.
"Después llegó Gaby, mi hermana. La abracé y ahí ya no pude contener el llanto. Cenamos. Nos duchamos. Nos acostamos. Camila pidió su leche desde la cama. Lautaro me llamó y me preguntó si para mañana se secarían sus botines de fútbol. Le dije que sí, sin saberlo. Alicia me miró y lloró. Me preguntó por enésima vez: «¿Por qué a nosotros?» Le dije que descanse, que saldríamos adelante, pero fui poco convincente. Mi suegra tenía los ojos cerrados, pero no dormía. Sus recuerdos iban y venían como una hamaca vacía. El agua le llevó a Lucy todos sus esfuerzos.
"Pensé en la solidaridad de la gente, en los que están aún peor que nosotros. En las vidas que se llevó el agua. Escuché la voz de Lautaro que me volvía a llamar: «Papi, ¿se salvaron mis Power Ranger?» Lo miré. Lo acaricié. Le dije: «Sí, porque saben nadar». Se sonrió con picardía. Le pedí que se durmiera, apagué la luz, me acosté y me puse a pensar.
"Con los ojos cerrados aparecieron las secuencias de una película dramática, trágica, que no tiene final. Esa película tiene música de fondo. Es Lerner, que sigue cantando. «Volver a empezar... que mañana será un día nuevo bajo el sol. Volver a empezar». Las mismas palabras que me dijo el Cordobés cuando me sacó con el agua al cuello".