Oscar Lehrer / Ovación
Me tocó vivir el peor momento de la historia del club", reflexiona Pablo D'Angelo, un tanto más distendido después de haber salvado por segundo año consecutivo a Ferro Carril Oeste del descenso al TNA. De regreso a su ciudad natal para gozar de unas merecidas vacaciones, mantuvo un extenso diálogo con Ovacion y se ilusionó pensando que "todo puede cambiar para la temporada próxima". -¿Qué te pegó más fuerte del último triunfo ante Estudiantes de Bahía Blanca? -La victoria fue muy emocionante. El Etchart estaba a pleno, como en las épocas de gloria. Haber dado vuelta un 1-2 en contra, y nada menos que en Bahía Blanca, fue durísimo. Era toda una historia la que nos jugamos ante los bahienses. Tanto ellos como nosotros y Atenas somos los únicos equipos históricos de la Liga Nacional, por el hecho de haber jugado en el círculo superior en todas las temporadas. Esta creo que fue la última de sufrimiento porque ahora, con la economía de una entidad saneada, podemos pensar en otras cosas. -¿Y qué es lo que puede cambiar a partir de la próxima temporada? -Creo que a partir del año que viene quizás no se pueda aspirar a un campeonato, pero sí a objetivos más ambiciosos que salvar la categoría. La referencia del entrenador está relacionada a la estabilidad financiera que logró la institución una vez decretada su quiebra en diciembre pasado, cuando asumió su gestión un fideicomiso. "Ahora todo depende de los dirigentes. Si jugás siempre a la ruleta rusa, algún día el tiro te va a salir", graficó D'Angelo. -¿Arreglaste tu continuidad? -Luego de haber logrado la permanencia la temporada pasada, sabiendo que la economía del club estaba muy complicada y que los derechos de televisión en gran parte fueron cedidos para terminar de pagar las deudas de años anteriores, acordamos con los dirigentes un vínculo contractual de tres años. -¿Hay algún plan para poner esto en marcha? -Ferro debía arrancar un proyecto a mediano y largo plazo. Comenzar a contratar jugadores jóvenes y reclutar juveniles. El primer año de los tres que dura la vinculación teníamos que formar un equipo de muy bajo presupuesto para sanear la economía basquetbolística. Por eso debíamos asumir el riesgo de pasar este año de transición y lograr mantener la categoría. El objetivo logrado puso a Ferro en un punto de partida ideal para comenzar su reconstrucción. Ha quedado la economía saneada y una base de jugadores con contrato: Salles, Domínguez, Centeno, Reheim Brown. Con un par de refuerzos nacionales de nivel, Ferro estará en carrera para competir. -¿Qué pensaste cuando llegó el pedido de quiebra? -Fue desesperante y preocupante. Corrian los últimos días del 2002 cuando llegó el proceso judicial de quiebra. Luego del fideicomiso se conformó una comisión con dirigentes históricos. Esto ayudó mucho, ya que hasta allí estuvimos muy desordenados. Pasaron cinco subcomisiones diferentes, todos con buena voluntad pero sin continuidad. Por suerte las cosas se fueron encarrilando y con un poco de suerte, y si el país cambia como todos esperamos, Ferro podría ser nuevamente la gran institución que en una época supo ser.
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