La familia más notable y famosa donde recayó la hemofilia fue la de la reina Victoria de Inglaterra, en 1853, con el nacimiento de su octavo hijo Leopoldo. Desde entonces, príncipes y princesas de diferentes países, al casarse entre sí transmitieron la enfermedad en las casas reales. Esto sucedió con la reina Victoria que la llevó a España, Alemania y Rusia. Alicia, una de las hijas de la reina Victoria de Inglaterra, y portadora de la enfermedad, tuvo una hija, Alejandra quien contrajo matrimonio con Nicolás, el zar de Rusia en 1894. Alexis, uno de sus hijos (entre los que se encuentran la mítica Anastasia) era hemofílico. Los zares contrataron a los más importantes doctores y ensayaron todos los tratamientos posibles hasta que pidieron consejo a Rasputín. Según se sospecha, por medio de la hipnosis lograba disminuirle el dolor. De allí que Rasputín ejerció una fuerte influencia en el gobierno ruso.
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