 |  | cartas Votemos en blanco
 | Es esencial en el sistema constitucional que la elección de la fórmula presidencial esté diferenciada de la de los candidatos por los respectivos partidos. Porque al elegir un binomio presidencial no solo se escogen personas sino también programas o ideologías correspondientes a cada partido. Por consiguiente, el actual ballottage que impulsa Duhalde falsea el espíritu de la Constitución al desdibujar las diferenciaciones partidarias, negar a los electores optar entre fórmulas de distintos partidos y a imponerles dirimir la interna de un partido al cual muchos no adhieren. Es mezclar agua con aceite, en síntesis un mamarracho institucional. Agrede a los no peronistas a presionarlos a elegir solamente entre dos fórmulas justicialistas bajo la premisa de optar por un mal menor siendo que no es seguro cuál es el supuesto mal menor, que no por eso dejaría de ser un mal. También crea incertidumbre respecto a qué porcentaje del electorado es realmente justicialista y cuántos realmente coinciden con la fórmula triunfadora. Resumiendo, deforma la voluntad popular y crea un funesto precedente dado que es probable que envalentonado por "el éxito" de esta jugarreta el partido triunfante pretenda repetirla en otras elecciones. Por lo expuesto, este proceso electoral es impugnable judicialmente por inconstitucional y antirrepublicano. Para protestar eficazmente contra este bastardeo electoral, transparentar en cierta medida el verdadero caudal justicialista y evitar que el oficialismo y quien resulte presidente se inflen de soberbia por un resultado irreal, cada ciudadano tiene el arma democrática de votar en blanco, lo cual sería un voto realmente positivo; o de abstenerse de votar, opción esta última que prácticamente no acarrea inconvenientes. Raúl Ghione
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