Según el texto original del conde veneciano Carlo Gozzi, Turandot era la bella hija de un emperador chino que, negándose a someterse a las leyes del matrimonio, ideó un cruel artilugio para zafar de la ley, por el cual el príncipe que la pretendiera debería resolver, ante los doctores del imperio, tres enigmas. Si lo hacía correctamente, se desposaba con ella; si no, era decapitado. Tras la muerte de cada pretendiente, un verdugo recorría las calles de Pekín con el retrato de Turandot y, el hombre a cuyos pies caía esta imagen, era postulado sí o sí como el nuevo candidato. Kalaf, el príncipe desterrado, da con sus pies contra el retrato y es así que comienza su aventura por los caminos del amor, el azar, el peligro y -en la versión de Los Macocos- del humor.
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