Año CXXXVI
 Nº 49.837
Rosario,
sábado  10 de
mayo de 2003
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Tres vagones se desplomaron sobre casillas de Villa Banana
Alarma por el accidente de un tren
El convoy transportaba alcohol y de milagro no se produjo un incendio. Un nene de 6 años resultó herido

Pudo ser una tragedia. Un chico de seis años resultó herido con un fuerte golpe en la cabeza cuando un tren de carga que transportaba alcohol descarriló en el momento en que pasaba por el medio de Villa Banana. Tres vagones primero se "hamacaron" y después se desprendieron de cuajo de las ruedas para volcar sobre una humilde casilla donde vive la familia del pibe, que recibió contusiones al desmoronarse una pared. El accidente causó el derrame de la sustancia química, que inundó la zona cercana con un penetrante olor y generó tensión en los vecinos por la posibilidad de un incendio a gran escala.
El nene herido, Nicolás Molina, ingresó en el Hospital de Niños Víctor Vilela con una herida cortante en la cabeza, causada por los escombros que cayeron encima cuando uno de los vagones descarrilados se recostó sobre la pared que separa su casa de las vías del ex ferrocarril Belgrano. Gladys, su mamá, con un embarazo avanzado, también necesitó atención al sufrir una crisis de nervios.
El accidente se produjo alrededor de las 10.30 y tuvo como protagonista a un convoy de la empresa Belgrano Cargas, integrado por una veintena de cisternas cargadas con alcohol, que había salido de la estación Sorrento con destino final a Retiro, en la ciudad de Buenos Aires.
La formación había traspasado el cruce con la avenida Presidente Perón y ya se había introducido más de 300 metros en el interior de Villa Banana. El tren venía desde la zona norte y en ese sector las vías hacen una curva hacia el sudeste. Hacia ambos costados de los rieles, y a pocos metros de distancia, se encuentran casillas precarias de chapa, madera y cartón.
Marcelo y Elena, dos vecinos que trabajan en una huerta comunitaria, fueron testigos directos del accidente. "El tren venía bastante rápido. Como las vías están en mal estado, uno de los vagones se levantó y se tumbó", rememoró la mujer. "Primero escuché como una explosión, y después el ruido del derrumbe", aportó Marcelo.
Después todo fue desesperación y gritos de auxilio por parte de Gladys Molina, la mamá de Nicolás. En el momento del impacto, Nicolás estaba aparentemente en el patio de la vivienda cuando le cayeron encima los escombros del tapial.
Entre ese montículo y uno de los vagones murió aplastado un pequeño perro. En ese sitio, según contaron varios vecinos, suelen jugar muchos pibes del barrio. Inmediatamente después del vuelco, una de las cisternas comenzó a perder líquido, lo que generó más alarma por el fuerte olor y el peligro de un incendio.
"Al chico lo sacamos nosotros, los vecinos, porque la ambulancia tardó más de media hora y se lo tuvo que llevar una chata de la policía. Tenía un corte grande en la frente y estaba bañado en sangre", aseguró Elena.
El violento descarrilamiento convocó, además de la policía, a los bomberos Voluntarios y Zapadores, a la Central de Emergencias de la Municipalidad y a la Empresa Provincial de la Energía. Al salirse del carril los vagones también cortaron varios cables de energía. El olor penetrante del alcohol y la imagen de los tanques arrancados de cuajo volcados sobre la casa de los Molina, le imprimieron al lugar todo el aspecto del escenario de una desgracia con suerte.
"Este lugar siempre está lleno de chicos y de casualidad no había ninguno. Acá pudo ocurrir una desgracia mucho mayor", declaró Armando Molina, abuelo de Nicolás. El hombre, al igual que muchos vecinos que lo rodeaban, se quejó por el mal estado en que se encuentran las vías. "Los durmientes están podridos y las vías rotas. Muchas veces los trenes andan a una velocidad que las ruedas quedan en el aire. Lo peor es que cuando pasan Godoy suben la velocidad y ni siquiera tocan la bocina", advirtió otro vecino.



Los vecinos creen que descarriló por la velocidad. (Foto: Angel Amaya)
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