 |  | Una boda falsa para sacar provecho Condenaron a una mujer que adulteró un acta matrimonial con el fin de heredar los bienes de un hombre fallecido
 | Una mujer fue condenada a tres años de prisión en suspenso por fraguar un acta de matrimonio para quedarse con los bienes de un hombre de 70 años al que asistía en un Hogar de Ancianos de la ciudad de San Lorenzo. También fue acusada de intentar defraudar al Estado, que era el auténtico destinatario de la herencia porque el anciano no tenía parientes. El fallo de la Sala I de la Cámara Penal concluyó que el acta del matrimonio celebrado entre Norma Noemí Cattani, de 58 años, y el fallecido Francisco Bloise, es falsa por donde se la mire. La firma del juez del Registro Civil es apócrifa, los supuestos testigos no existen y los dos tomos donde deberían figurar los originales desaparecieron. Para los jueces, todas estas irregularidades demuestran que "se está ante algo planificado y la imputada no ha actuado sola". Aunque ninguno de sus posibles cómplices fue individualizado. El casamiento entre Cattani y Bloise figura como el último que se celebró en el Registro Civil de Zavalla en 1998, donde 30 parejas contrajeron matrimonio ese año. El acta que respalda el supuesto vínculo entre Cattani y Bloise es la número 31. Pero su legitimidad quedó bajo sospecha cuando Bloise falleció y su supuesta esposa inició un juicio sucesorio en el juzgado Civil de San Lorenzo, y desde allí dieron intervención a un fiscal al intuir el ardid. Cattani quedó entonces imputada de tentativa de uso de documento público y estafa, aunque siempre sostuvo que el matrimonio existió. La mujer reveló que conoció a Bloise a través de una amiga y que él iba a visitarla al negocio donde ella trabajaba. Luego, dijo, esa relación continuó en el Hogar de Ancianos Los Abuelos, del que ella era encargada y donde nadie sabía que Bloise era su esposo. La imputada señaló que él quería mantener todo en secreto, aunque ella era partidaria de divulgar que eran marido y mujer. El casamiento habría sido cuestión de segundos: fueron un día al Registro Civil de Zavalla, consiguieron a dos testigos y sin más se convirtieron en esposos. Ella reconoció que nunca había averiguado los requisitos para casarse. Los jueces dudan que Bloise, con una rara personalidad, se hubiera ocupado del trámite. Al parecer el hombre, pese a ser una persona solvente, vivía en estado de precariedad y se resistía a tener los "servicios básicos indispensables". Una pericia determinó que la firma del juez del Registro Civil era falsa. El mismo juez, quien recordaba con nombre y apellido el último de los enlaces, fue categórico al afirmar que la unión entre Cattani y Bloise "no fue celebrada" en su repartición. Además, los nombres de los testigos no se correspondían con el número de DNI que figuraba en el acta. Otro punto llamativo es que, según la mujer, Bloise se casó porque "necesitaba compañía" pero siguió viviendo solo.
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