El debate televisivo que Carlos Menem le propuso a Néstor Kirchner para medir fuerzas frente a la segunda vuelta electoral quedó por ahora frustrado ante la negativa del delfín del duhaldismo. Sin embargo, se transformó en una polémica mediática entre ambos, y no faltaron los agravios mutuos.
Mientras Kirchner declinó el convite de Menem porque el riojano "tiene poca autoridad moral" para convocar a un cruce de ese tipo y, de paso, le recomendó "ir a debatir con la Justicia", el ex presidente redobló su apuesta: afirmó estar dispuesto entonces a discutir "con su patrón", el jefe del Estado, Eduardo Duhalde.
"Creo que Menem tiene poca autoridad moral para llamar a un debate cuando siempre dijo que quiere debatir el que pierde", recordó el gobernador de Santa Cruz.
Kirchner también confesó su sintonía con la diputada Elisa Carrió (ARI), quien había advertido que ella no discutía "con ladrones". Al respecto, el candidato presidencial del oficialismo sentenció: "Coincido con Lilita, porque lo que Menem va a tener que hacer es debatir con la Justicia".
Cara a cara
Ante esta actitud de su adversario, el postulante del Frente por la Lealtad reforzó su embestida. Luego de volver a reclamarle al santacruceño una discusión cara a cara, advirtió que si no quiere hacerlo, él está dispuesto a debatir "por lo menos con su patrón" y "su jefe".
El riojano afirmó que el gabinete de Kirchner "es el que le impone Duhalde a su subordinado" y destacó, en cambio, que "nosotros tenemos gente buena, joven, con talento, capacidad y empuje para sacar a la Argentina de la situación tan dramática que vivimos" (ver página 19).
En el camino de justificar su negativa a cruzarse con su adversario para discutir propuestas, Kirchner aseguró que no está "dispuesto a perder el tiempo con el pasado, con María Julia Alsogaray, (Víctor) Alderete, (Alberto) Kohan, (Germán) Kammerath y todos aquellos que llenaron de dolor y vergüenza a los argentinos".
Antes de estas manifestaciones, el santacruceño se había reunido con sus colaboradores. Durante el encuentro se decidió no aceptar el debate ni tampoco la "manera y la forma en que Menem lo propuso".
Paralelamente, los asesores del Frente para la Victoria ya tienen decidido los principales ejes de la campaña para el ballottage, que se centrarán en presentar a Kirchner como un "estadista" que interpreta un "proyecto amplio, para todos los sectores" (ver aparte).
Alberto Fernández, jefe de campaña del santacruceño, consideró que un debate con Menem "es absolutamente inútil", porque a la gente "no le aporta nada la agresión por la agresión misma", y enfatizó que "abrumadoramente los argentinos ya optaron por el proyecto de un país distinto".
A su turno, el diputado del PJ José María Díaz Bancalari, un hombre cercano a Duhalde, tampoco vio con buenos ojos el debate: "Distorsiona la realidad, porque es una especie de actuación".
Por su parte, el menemismo rechazó en el Senado la posibilidad de discutir el acuerdo de gobernabilidad que impulsa la Casa Rosada hasta que no se sepa quién es el nuevo presidente.
En tanto la iniciativa del ex mandatario para debatir propuestas con su adversario antes del 18 de mayo no encontró eco en Kirchner, Ricardo López Murphy (Recrear), quien quedó tercero en las elecciones del domingo pasado, insistió en autopostularse como el "moderador" de una eventual discusión entre los dos presidenciables.
Con la idea de que el lugar que le dio el electorado lo tiene que ejercer a través de alguna función que, al menos por ahora, sirva para controlar los pasos de los dos competidores de fondo, López Murphy reiteró su convocatoria.
Bulldog moderador
Incluso fue más allá y hasta sugirió a los periodistas que podrían ocuparse de la tarea de moderar ese cruce, además de él mismo, al tiempo que calificó la eventual compulsa verbal como "inolvidable".
"El debate que me negaron en la primera ronda electoral es vital que se dé para la ciudadanía argentina", resaltó López Murphy. Y aclaró que "no tiene que ser cómodo sino exigente, como el que yo hubiera protagonizado".
Menem apunta al escaso carisma de su contrincante con el fin de descontar, en un debate que presume le será favorable, parte de la amplia ventaja que tiene Kirchner para la segunda vuelta, según los sondeos.