Santa Fe. - Gladys Mosqueira tiene 35 años, seis hijos y un embarazo de dos meses. No bien detecta la presencia del periodista de La Capital en el Predio Ferial Municipal se acerca para pedir "un colchón" para poder soportar mejor el paso de los días. No se queja, dice que en general recibe buena atención de parte de los jóvenes voluntarios que trabajan con mucho ahínco y cierta desincronización en el amplísimo centro de exposiciones que hoy alberga a 800 personas rescatadas de las aguas. Su esposo está ausente, quizás ha salido a buscar una changa. Como ocurre con muchos de los asistidos, no tiene trabajo. A ellos el agua les llegó tan de golpe a su rancho de barrio Scarafía que no hubo tiempo para salvar nada. Están con lo puesto y con alguna ropa que les ha llegado en las últimas horas gracias a la solidaridad de los vecinos. Es la carencia la que más se advierte en un lugar que no está tan limpio como sería de desear y en el que la organización tarda en imponerse. Allí la comida consiste centralmente en leche, pan, polenta y arroz, y en general respecto de la ingesta no hay quejas, pero al parecer no sobra. Han perdido todo, ahora sólo les resta esperar.
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