Año CXXXVI
 Nº 49.829
Rosario,
viernes  02 de
mayo de 2003
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Niños sepultados claman por ayuda
Unos 140 adolescentes quedaron prisioneros entre las paredes y los hierros retorcidos de sus camas

Pequeñas voces infantiles siguen gritando "socorro" y pidiendo agua, mientras socorristas, ayudados por perros, removían ayer los escombros de un colegio que se derrumbó a causa del violento terremoto de la noche anterior en la provincia de Bingol, al este de Turquía. Anoche, 79 niños habían sido extraídos con vida del amasijo de escombros en que quedó convertido el edificio de cuatro plantas del pensionado Celtiksuyu al desplomarse como consecuencia del temblor.
De los 198 chicos que dormían en el edificio en el momento del sismo, sólo se han podido recuperar unos 26 cadáveres de alumnos y el de un profesor de entre los escombros.
Después de haber encontrado a dos adolescentes en buen estado y a otro sin vida, los equipos de socorro anunciaron anoche que habían localizado y dado agua a un grupo de ocho niños, atrapados pero con vida.
Los padres de los chicos, llorosos y desesperados, siguen cada movimiento de los socorristas, con el corazón en un hilo cada vez que un niño es extraído de los escombros, y transportado a la superficie en camilla.
Las camas camarote de los dormitorios ayudaron seguramente a que muchos chicos salvaran sus vidas, al preservar espacios entre los bloques de cemento de las cuatro plantas del establecimiento, que se derrumbó como un castillo de naipes debido a la fuerza del terremoto de 6,4 grados en la escala abierta de Richter.
"Caí en un hueco entre la cama y la pared. Fue así que sobreviví", explicó Ersin Besbelli, de 14 años, pocos segundos tras ser sido rescatado. "Espero que mis compañeros también hayan sobrevivido", agregó, sin saber que sus siete amigos de cuarto yacían aún bajo los escombros.
"Seguimos escuchando gritos de chicos pidiendo ayuda y agua. Y se nos parte el corazón", afirmó un oficial del ejército turco, que participa en las labores de rescate.
Un responsable de las operaciones de rescate estimó que las camas camarote constituían probablemente "la única oportunidad" de hallar a sobrevivientes. Por momentos, las maquinas y los hombres de los equipos se socorro se silencian para poder escuchar los gritos de los chicos, antes de retomar el trabajo, con incluso más energía.
Y cada vez que un chico es extraído de los escombros, los familiares, a los que el ejército trata de mantener alejados, se precipitaban hacia las ambulancias, con la esperanza de que el niño en la camilla sea su hijo.
Una madre, Ayse Katkay, oraba para que su hijo, Yusuf, de 14 años, fuera rescatado sano y salvo. "Que Alá los salve", dijo la madre, antes de estallar en sollozos.
Pero la plegaria de los padres de 26 niños, de los cerca de 100 retirados hasta anoche debajo de los escombros del establecimiento, no fue oída. Los rescatistas sólo les pudieron entregar los pequeños cuerpos de sus hijos, sin vida. (AFP)


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