Santa Fe era anoche una ciudad colapsada. Una imagen del horror. Cincuenta mil evacuados en pocas horas. Un saldo que se enjugó en las lágrimas de los que todo lo perdieron cuando el desborde del río Salado por un lado y la, para algunos, tardía reacción de las autoridades por el otro, sitiaron la ciudad en la peor catástrofe de su historia que ya se cobró la primera víctima fatal. Casi medio casco urbano quedó bajo las aguas al promediar la tarde con un río que -producto de las extraordinarias lluvias de los últimos días- avanzó a un promedio de cien metros cada treinta minutos, cubriendo todo a su paso. Al cierre de esta edición cientos de vecinos permanecían en los techos con el agua a la cintura esperando ser rescatados. Muchos, afrontando la siniestra posibilidad de ser arrastrados por las aguas. Esto se convirtió en el principal desvelo de autoridades y medios de prensa. "Por favor que las radios pidan a la gente que está en los techos que se queden donde está. Por favor que aguanten", repetía a cada rato anoche el gobernador Carlos Reutemann a medida que las radios emitían pedido desesperados de auxilio de quienes desde las alturas de sus viviendas -en la mayoría de los casos con muchos niños- comenzaban a experimentar el pánico en medio de la oscuridad que se sumaba a la extenuación, el frío y el hambre. Anoche el agua que ya se había enseñoreado en la zona norte y oeste de la ciudad, comenzó a llegar a los bulevares (avenida Freyre, de norte a sur, y Pellegrini de este a oeste) y entraba en el célebre complejo Fonavi Centenario detrás de la cancha de Colón donde residen unas 20 mil personas. También se preparaban las cuadrillas a evacuar a los pacientes internados en el Hospital Iturraspe, cercado por el agua. Qué puede ocurrir hoy es la pregunta que aterra.
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