La esquina de Mendoza y San José, a sólo 300 metros de avenida Freyre -tradicional arteria que demarca el límite del macrocentro con los barrios de la zona oeste- era la imagen de la desolación a las 17.30 de ayer. A cien metros, el hospital de Niños Orlando Alassia acaba de ser invadido por las aguas, mientras miles de vecinos huyen de sus casas inundadas desde Santa Rosa de Lima, del otro lado de las vías.
Desfilan de a cientos, con el agua a la cintura. Se podría afirmar sin exagerar que en media hora pasaron miles. La mayoría prefiere no mirar atrás, donde el agua ya pasó el medio metro de altura y les muerde los talones mientras la multitud avanza hacia el este, en dirección al centro. Cada media hora el agua avanza una cuadra. "Hace veinte minutos estaba en la esquina", dice un vecino mientras intenta tapar la puerta de su vivienda con bolsas. "¿Adónde vamos a ir? Subimos todo y nos quedamos y si entra el agua... Dios dirá".
Jorge, un hombre cincuentón, canoso y de rostro curtido, se lamentó ante La Capital con los ojos enrojecidos: "Cómo no le hice caso a mi mujer, cuando anoche (por el lunes) me dijo que nos fuéramos cuando el agua comenzó a amenazar la circunvalación oeste. Esta mañana el terraplén cedió en menos de media hora y Santa Rosa de Lima se convirtió en una laguna. Tengo dos metros de agua en mi casa".
"Perdimos todo en un instante -agrega-, el agua no nos dio tiempo a nada. Ahora estamos en lo de unos parientes en el (barrio) Centenario, donde vamos a pasar la noche. Mañana (por hoy) veremos qué hacemos", dice con la mirada perdida y encogiendo los hombros, como si buscara una respuesta imposible de hallar en medio de la desorientación generalizada.
"Nunca se vio algo así"
En Barranquitas Oeste, donde el agua traspasó la avenida Perón detrás de la cancha de Unión e ingresó en las viviendas al mediodía, Olga no puede creer lo que ve: la camioneta con la que su marido reparte alimentos quedó cubierta hasta la altura de la ventanilla. "Estábamos de viaje y volvimos antes porque nos avisaron lo que pasaba. Mis padres viven acá desde hace de 50 años y nunca vieron algo así".
Los vecinos del parque Juan de Garay montaron guardia todo el día frente a sus viviendas. El tradicional paseo se veía completamente anegado. El agua llegaba a escasos 30 metros de las casas, la mayoría de ellas defendidas con bolsas de arena e improvisadas paredes de cemento.
Roberto Paroni, fotógrafo de este diario, es uno de los angustiados vecinos de esa zona próxima a los hospitales Iturraspe e Italiano. Tuvo que desdoblarse a lo largo de la jornada para cumplir con el trabajo gráfico que ilustra estás páginas y para turnarse con su mujer Alicia y sus hijos, Denise y Bruno, para montar la desesperante vigilia frente a su domicilio. "Al mediodía el agua no se veía desde acá, pero en menos de dos horas llegó casi hasta la vereda de enfrente", relató pasadas las 18.
La angustia se vivió en otras localidades de la zona como Recreo, que ayer quedó sumergida. Un vecino relató que la ruta 11 en el ingreso a la ciudad "era un desmadre de automóviles atascados por el agua" y un gran caudal de agua atravesando la ruta 11.