Las personas que dejan sus países en busca de mejores horizontes "se embarcan en una aventura vital que sólo conocen aquellos que la han vivido", afirmó el geógrafo español Juan Cebrán, para quien los inmigrantes muestran "una conducta heroica" ya que hoy la demanda se apoya en la mano de obra no calificada y personal de servicio. Cebrán habló del componente latinoamericano en la inmigración laboral en la península durante un panel que se desarrolló en la ciudad santacruceña de Río Gallegos, donde resaltó que "España atrae gente. Sudamérica expulsa gente".
Cebrán, miembro del Instituto de Economía y Geografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid (organismo equivalente al Conicet argentino), precisó que la emigración se da en algunos casos por motivos políticos, pero la mayor parte obedece a crisis económicas dramáticas en sus países, por lo que miles de hombres y mujeres emprenden cada año esa experiencia, que cada vez más los fuerza a aceptar "cualquier tipo de trabajo", muchas veces por debajo de su calificación laboral.
La demanda laboral
¿Cómo se compone la demanda laboral? Principalmente mano de obra no calificada y servicio doméstico, porque "la sociedad española cuenta con alguien que ayude" en la atención del hogar. "Si no, no puede funcionar", explicó Cebrán, al precisar que esas prestaciones son brindadas por "mujeres extranjeras".
En el área de servicios, abundan los puestos "de baja y muy baja calificación: barrenderos, basureros, lavaplatos", en función de "una estructura hotelera desarrolladísima" que genera "infinitos puestos de trabajo a ese nivel".
Otro rubro que absorbe abundante mano de obra es la construcción, donde "los marroquíes suelen ser muy valiosos, de primerísima calidad. Es un oficio que ya no existe en España, donde se han perdido las habilidades artesanales porque todos quieren trabajar en oficinas", dijo el especialista.
Cebrán señaló que también hay una economía sumergida que no necesariamente equivale a "delincuente", aunque admitió que "los explotadores de trabajadores también existen en España".
Vendedores ambulantes, cuentapropistas y, en menor número, pequeños empresarios de la construcción que toman obras menores como remodelaciones o reparaciones y ocupan a fontaneros, electricistas, albañiles y personal de otros oficios, integran lo que en España denominan el "empresariado étnico".
Es que "es algo que existe, que hay que promocionar y favorecer", afirmó el investigador. Cebrán estimó que, a partir de los 1.200.000 residentes extranjeros legales existentes en España en la actualidad, de los cuales la quinta parte procede de Sudamérica, pueden existir otras 300.000 personas "en proceso de inmigración" que aún no han sido registradas.
"Cada tanto" las autoridades españolas disponen una amnistía para regularizar la situación de los inmigrantes, porque "si alguien trabajó todo ese tiempo, ha cumplido su función", sostuvo el investigador, quien en un punto de su exposición resaltó "la creatividad del inmigrante, que es siempre extraordinaria".
Cinco siglos de emigración
España, que a partir del siglo XV fue un país de emigrantes, comenzó a absorber inmigrantes de todos los continentes, debido principalmente al fin del franquismo y a que lleva 22 años creciendo.
El investigador recordó que España ingresó en 1982 a la Comunidad Económica Europea (CEE), lo que motivó cambios en materia económica y social que, en contraste con la crisis provocada en los 70 "por la subida del petróleo sin control", dio origen a "una economía estabilizada y creciente", que se sumó a los cambios políticos importantes en el país a partir de 1975, cuando finalizó el franquismo.
"La economía española lleva veintidós años creciendo", y genera "una demanda (laboral) no cubierta por los propios españoles, en tanto el desempleo estructural que existe en los países desarrollados, no interfiere con la creación continua de puestos de trabajo" para los inmigrantes, explicó.
Además, por la "tendencia negativa en la natalidad (similar a la de Italia), la población española ha llegado rápidamente a un estado de envejecimiento tan exagerado (en lo que incide además una mayor longevidad por la calidad de vida y de salud), que requiere de población en edades productivas para cubrir los puestos de trabajo".
"En ese lapso, en América del Sur han ocurrido dos cosas: el final de las dictaduras militares o paramilitares que expulsaron a las inteligencias de sus países", situación en la que "Argentina fue la más afectada: tenía el mayor número de residentes legales en España, y eso era titular de los diarios" de la época, apuntó.
"Sin capacidad para que los nuevos gobiernos puedan recomponer esa economía, persistieron en Sudamérica las razones endógenas que expulsan a las personas" en busca de un mejor porvenir.
La expectativa de los argentinos, en su migración, es obtener un trabajo de calidad. En los 70 se fueron graduados universitarios, encontraron trabajos importantes y están bien situados, en tanto quienes lo hicieron en los dos últimos años, tienen las mismas expectativas que el resto de los sudamericanos, señaló el investigador.
Para encontrar un puesto mejor situado, deben enfrentar la competencia con españoles más calificados y profesionales europeos, en el marco del continuo migrar de sudamericanos tras un lugar de trabajo, un sustento estable, una posibilidad económica que no tienen en sus países. Pero más allá de las vivencias personales, "una sangría migratoria no es un dato positivo, sino todo lo contrario", subrayó Cebrán. (Télam)