Osvaldo Aguirre / La Capital
Los guardias de Coronda dicen que conoce la cárcel mejor que ellos. Es que Pedro Eduardo Arredondo ha pasado buena parte de sus 62 años encerrado allí. En febrero pasado fue condenado a ocho años de prisión por el asalto al Pami II. Esa pena deberá ser unificada con una anterior, de quince años, por el asalto a una oficina de la Dirección General Impositiva: delito que asegura no haber cometido y que atribuye a una venganza policial y a la fama de delincuente peligroso que lo acompañaba. Arredondo se encuentra en el pabellón número 2 de la Unidad 1, destinado a presos de buena conducta. "Tengo conducta ejemplar, no he sido castigado ni recibí observaciones. Trabajo en la herrería del penal. Los guardias no pueden decir nada de mí, porque ni siquiera me ven", dice. El 25 de junio de 1993 fue detenido junto a otras seis personas por el asalto al policlínico Pami II. Con él estaban otros delincuentes conocidos, como Dámaso Herrera y Aldo Juri. La caída fue el resultado de un operativo policial de características inusitadas, por la rapidez con que se produjo y la cantidad de efectivos movilizados. Otros cuatro integrantes de la banda murieron al enfrentarse con la policía (ver aparte). El nombre de Arredondo volvió a las crónicas el 12 de agosto de 1997, al ser detenido por el intento de robo a la delegación bancaria que funcionaba en la DGI de calle Cochabamba 1550. Este asalto resultó impedido por el policía de custodia, que mató a dos de los asaltantes, Dámaso Herrera y Juan Carlos Piris. Arredondo acepta el diálogo con la condición de no hablar sobre el robo al Pami, al menos mientras haya un grabador encendido. Así lo aconsejó su abogado Jorge Monteil, quien explica al respecto que "está pendiente la decisión de un juez", en relación al pronunciamiento que esperan sobre a la unificación de las condenas. Sin embargo, una alta fuente judicial informó a La Capital que el juez de sentencia Julio César García ya se pronunció en ese sentido, al fijar una condena de veinte años de prisión contra Arredondo. La resolución se encuentra en la Cámara Penal, que considera la apelación presentada por otro de los imputados. -Yo no tuve que ver con el robo a la DGI -dice Arredondo-. Hay una señorita, empleada de la DGI, que declara que yo soy uno de los heridos. Me confunde con Dámaso Herrera. En el juicio oral el juez le pregunta si la persona de la que ella habla se encuentra en la sala. Dice que sí y me apunta. Pero después le muestran fotos y reconoce a Herrera. Además yo no tengo ni tuve ninguna herida. Y el policía que mató a Herrera y a Piris no me reconoce. -¿A usted lo detienen por su relación previa con Herrera? -Pienso que sí. Pero ya había un seguimiento sobre mí, una persecución de la policía, de Robos y Hurtos. Yo estaba excarcelado bajo fianza por el Pami. Después de salir me detienen por un asalto a la EPE. A los tres meses el juez me da un sobreseimiento. Y al poco tiempo me detienen por lo de la DGI. El comisario (Alberto) Antegiovanni le dice a mi esposa que yo no tengo nada que ver con esta causa pero sí con la de la EPE. Y que de esta causa no voy a salir. Exactamente fue como dijo Antegiovanni: me condenaron a 15 años. -¿Estuvo en ese robo a la EPE? -No. Me detienen y me tienen que dar la libertad, porque no me reconoce nadie, ni siquiera el policía que estaba ahí. En la causa de la DGI el tribunal federal me da una falta de mérito a los tres meses. Y después la causa sigue en un tribunal provincial, que me procesa. Después, no sé qué ha pasado, volvió al federal. -¿Qué hizo el día del robo a la DGI? -Me levanté temprano y fui con mi esposa a hacer unas compras. Después arreglé un plafón del balcón, como a las 11. Al mediodía fui a llevar a mi nieto a la escuela, que está a tres cuadras de casa, y al volver compré un porrón para almorzar. Eso fue a las 13.20. El robo ocurrió a las 13.30. O sea que a mí no me da el tiempo para llegar a la DGI. Si yo hubiera participado me hubiera ido muy temprano, y no hubiera vuelto a casa. Y presenté cuatro testigos. En el juicio oral los cuatro terminaron detenidos por falso testimonio, pero después los sobreseyeron, o sea que dijeron la verdad. En cambio le creyeron al testigo que mintió y me condenaron solamente por ese testigo, porque a mí no me secuestran nada, ni estoy herido. Fíjese que me condenan por uso de arma de guerra y no me secuestran un arma. -¿Recuerda el momento en que lo detuvieron? -Después de volver de la escuela, escucho que mi nieta me dice "abuelo, te buscan unos hombres". Veo a los de Robos y Hurtos, con armas y sin orden de allanamiento. Les pido que bajen las armas y les pregunto qué pasa conmigo. "Estás detenido, Pedro. Te cambió Herrera por una asistencia médica", me responden. "¿Qué tengo que ver yo con Herrera, dónde está Herrera?, les digo. Y ellos: "lo hirieron y a lo mejor ya está muerto". -¿Usted era parecido a Dámaso Herrera? -Nada que ver. Herrera era una persona corpulenta, alta, muy diferente de mí. -¿Cómo se pudo haber equivocado la testigo? -Hay muchas cosas para imaginar. Esa señorita mintió descaradamente. Fue como si la hubieran inducido a acusarme. -¿Por qué no pidió una revisión médica, para demostrar que no estaba herido? -El abogado que yo tenía en ese momento no lo hizo. Yo no me di cuenta. Herrera tenía dos disparos en el pecho. Y yo no tuve ni tengo nada. Después dictaron la sentencia. A los autores del hecho les dieron 6, 7 años de cárcel y ahora ya están en libertad. -¿Quién y por qué habría querido perjudicarlo? -Robos y Hurtos fue fundamental para todo esto. Ellos hicieron toda esta situación. Se quedaron mal porque nos habían dado la libertad por el Pami. -¿Qué reconoce de esa fama de delincuente pesado que lo rodea? -Tengo mis antecedentes, seguro, de muchos años. Pero después que salí del Pami yo no quería saber nada más. Había pasado mucho tiempo preso. Lo mío es un legajo bastante abultado, desgraciadamente, uno siempre ha andado en todo esto. Pero no así (por el robo a la DGI). Que me detengan por un hecho que es mío, bueno. Yo he estado en (el asalto a) blindados, en secuestros, tengo un montón de hechos. Pero así, no. Los jueces tienen que evaluar, tienen que investigar mi situación.
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