Año CXXXVI
 Nº 49.823
Rosario,
viernes  25 de
abril de 2003
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cartas
Necios y soberbios

La necedad y la soberbia suelen ir de la mano. Este aserto se cumple casi fatalmente. Los portadores de un carácter soberbio no están dispuestos a aceptar las disidencias, son cultores de dogmas que presentan como absolutas cuestiones relativas, creencias, origen étnico, etcétera. Son proclives al cultivo del "pensamiento único", de allí su peligrosidad. En una de sus fábulas el teólogo Leonardo Castellani narra que en una ocasión: "Ingresó corriendo a un poblado un hombre que corría con sus ojos desorbitados. Otro hombre con quien se cruzó en el camino lo interrogó acerca del por qué de su desesperación a lo que él huía. Respondió: me persigue un necio con poder". En efecto, desde los que bombardean poblaciones indefensas y tienen la hipocresía de llamar a sus crímenes "acciones humanitarias", pasando por los que pisotean los derechos humanos, empobrecen a los pueblos y encima se proclaman "salvadores de la patria", hasta los que decretan amnistías a genocidas en nombre de la reconciliación y la paz interior. La historia está plagada de estos personajes que lejos de aceptar sus yerros los exhiben como logros, verbigracia, el general Roca o Fotheringham, que diezmaron las poblaciones aborígenes de la Patagonia y el noreste en nombre de la codicia. La libertad y la justicia deben preservarse de los mesiánicos que la acosan por doquier.
Carlos A. Solero


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