| | cartas David y Goliat, hoy
| Comparto las múltiples cartas publicadas en La Capital por lectores a quienes indigna la hipocresía del primate Bush al tomar impunemente Irak. Entre las personas de a pie como nosotros y aquel nuevo Goliat se dan circunstancias parangonables con la escena bíblica. En ella el gigante pone en ridículo a David, provocándolo y éste, un niño aún, toma inicialmente un camino equivocado revistiéndose de armadura; pero enseguida desiste: ¡ese era el mismo arsenal de su adversario! Goliat avanzaba con espada, lanza y jabalina. Sencillamente entonces David toma cinco cantos lisos y una honda, y con una piedrecita bien colocada (en la frente) derrota al líder filisteo a quien con su misma espada le corta la cabeza. Me permito conjeturar que las protestas pueden ser también armas ideológicas que no derriban al gigante; apenas un matiz del parque bélico de la inacabada Guerra Fría. Toda violencia injusta es parte de la misma guerra, nada hay más funcional al gigante imperial que combatirlo con sus mismas armas. David no se inmola tontamente, tampoco cobardemente. Acepta su realidad de niño débil y desarmado. Dado que la guerra actual es de cuño religioso es bueno percibir por un lado el desprecio por el pobre como sentimiento común de los poderosos, llámense Bush o Saddam, Hitler o Marx. Por el otro, no sacar los ojos del evidente David contemporáneo, Juan Pablo II, en tanto ponemos de nuestra parte lo mejor de nuestro silencio, sencillez y pobreza. DNI: 6.136.319
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