San Lorenzo. - Los camiones estacionados en las márgenes de la autopista Rosario-Santa Fe ya son parte del paisaje del cordón industrial en esta época de cosecha récord. La situación fue normal hasta la mañana del miércoles cuando la zona comenzó a llenarse de transportes. Era de prever: después de varios días de lluvia y un fin de semana largo sin levantar la cosecha se estimaba que el aluvión de camiones sería superior al de los últimos días.
Ayer, por el acceso sur, la cola de camiones llegó hasta el puente que une las localidades de Granadero Baigorria e Ibarlucea, al menos unos diez kilómetros. Y por el lado de la mano norte-sur de la autopista, cuya banquina esta vez también fue ocupada por una larga fila de características similares a la anterior. Todos esperando su turno para ingresar a las playas de espera de las empresas cerealeras.
Según los encargados del control de tránsito de las municipalidades de San Lorenzo y Puerto San Martín el resultado del operativo "es satisfactorio". En el mismo colaboran la policía, bomberos y servicios privados de seguridad que aportan las empresas. Sin embargo, por momentos resulta bastante dificultoso cruzar algunos puestos de peaje, ya que donde se producen los nudos naturales de los caminos la circulación se vuelve extremadamente lenta.
Por estas horas la lluvia agrega dos problemas muy preocupantes. Uno se refiere a la seguridad de los automovilistas, quienes deben transitar con mucho cuidado por la autopista y el resto de los caminos. El otro se debe a que de persistir el mal tiempo se van a acumular cargas para cuando los días mejoren, con la consiguiente superpoblación de camiones en el cordón.
Protesta de aceiteros
Mientras se produce el aluvión de camiones a las terminales portuarias otro hecho parece haberse ganado un lugar en la vida cotidiana: la protesta que viene realizando el sindicato aceitero en demanda de una recomposición salarial. En un principio la metodología fue realizar piquetes en las entradas de las distintas empresas, pero los sindicalistas se encontraron con la decisión judicial de desalojarlos y optaron por cambiarla.
Por eso, lejos de cumplir con el temerario anuncio de tomar alguna empresa, la protesta se redujo a concentraciones y quema de cubiertas sin impedir el ingreso a las plantas. "Estos no son piquetes, son escraches a las patronales que no aceptan el pedido de los trabajadores de un justo aumento salarial", sostuvo un gremialista, y agregó que se está considerando convocar a un plenario de la CGT para tomar alguna medida en conjunto.