Puede resultar paradójico, pero lo cierto es que en el espacio de arte de la Bolsa de Comercio fue inaugurada una muestra de Juan Grela (1914-1992), uno de los artistas más importantes e influyentes de Rosario, y también de los más perseguidos por su franqueza al enunciar sus ideales de izquierda. Seguramente ni el mismo Grela lo podría creer, él siempre se quejó de cómo a partir del latiguillo de "comunista" había sido cuanto menos discriminado en la ciudad, y quedó al margen de las escuelas oficiales.
El compromiso social de Juan Grela no hizo que su obra fuera panfletaria, pero de ninguna manera se puede vaciar de contenido a su producción. Para el artista el rigor técnico iba de la mano de la acción, y era fundamental que el creador estuviera totalmente imbuido de la realidad. Y esto lo repetía aun cuando al final de su vida reconocía que todavía le resonaban aquellas palabras que, cuando joven, le dijo el crítico León Pagano al ver una obra suya en una polémica exposición, de la que participaron los combativos artistas de la Mutualidad. "Me dijo que no me felicitaba, que no estaba de acuerdo con eso que había hecho ni tampoco con el cuadro -contaba Grela-, pero también algo que no he podido olvidar: «Usted ha nacido para el cielo y está pintando la tierra»".
Por supuesto que pasaron años desde la década del 30 donde proclamaba junto a Berni y a Gambartes que el cuadro de caballete era cosa de burgueses. Sin embargo es evidente que no se debe hablar de la obra de Grela únicamente en sus aspectos formales, ya que eso significa no sólo una violación a su memoria sino también una tergiversación del sentido del arte.
Más allá de la colgada
En el caso de la exposición de la Bolsa de Comercio, el conjunto expuesto es de singular interés, y abarca distintos períodos, desde obras iniciales, a trabajos de los últimos años. Inclusive hay algunas pinturas poco conocidas. Pero la muestra muda parece decir poco de la obra del maestro, y sólo se pueden hacer evaluaciones acerca de la mala o buena colgada, o el oportunismo de complementarla con obras secundarias de Antonio Berni.
La deuda de la ciudad con Grela es hacer una investigación profunda de su trabajo -Emilio Ghilioni ya hay anunciado un libro sobre su obra gráfica-, porque nadie puede dudar, aun sus "eternos" enemigos, de cómo con su protagonismo marcó la historia del arte de Rosario.
Era de los pocos que no se quedaban callados y en el camino dejó como mojones en lo que se suele considerar el proceso que vivió el arte en la ciudad durante el siglo XX: la Mutualidad de Estudiantes y Artistas Plásticos, que dirigió Berni, y que lo tuvo como joven participante en los 30; el grupo Litoral en los 50, cuando fundó, ya en la madurez de su producción, una agrupación de artistas de diversas ideologías reunidos por la convicción de oponerse a los discursos de masificación por parte del peronismo y, finalmente, la vanguardia del 60, de la que fue maestro de varios integrantes y un referente permanente.
Los pintores oficialistas
Grela fue igualmente crítico respecto de los pintores oficialistas, aquellos que, según decía, pese a todo recibían los halagos. Es que toda su vida fue muy sacrificada, y hasta la decisión de dedicarse plenamente a la pintura provino del apoyo que recibió de su mujer, Aíd Herrera, quien lo ayudó a abandonar la peluquería que tenía en Alberdi para iniciar una carrera profesional.
Por entonces, tenía muy claro que quería ser pintor y no político, y que si necesitaba expresar sus ideas lo debía hacer a través de la pintura, que ocuparse de lo formal era igualmente revolucionario. Por eso nunca abandonó esta cuestión e incluso por momentos fue cuestionador respecto de los artistas que decidieron abandonar la pintura por no encontrar a través del arte una herramienta para la transformación de la sociedad. Justamente, debido a esta generación "perdida", que tuvo una activa militancia en los 60, y a las consabidas censuras que sufrieron creadores como Grela, otros personajes, entre ellos muchos de poca monta, ocuparon la escena artística y tuvieron que pasar años hasta que el arte de Rosario volviera a ocupar un lugar importante en el país.