Orlando Verna / La Capital
Definitivamente no es lo mismo. Aunque el fervor de los pibes reedite la ceremonia ricotera falta algo. Los mitos tienen esencia y forma, la primera está intacta con el rock penetrante, feliz e intuitivo de Skay, la segunda está algo menos que ausente, por razones obvias. Quizás por eso se festejen tanto los temas que hicieran populares Los Redonditos de Ricota y por eso también la convocatoria haya sido escasa. Skay Beilinson, el guitarrista de Patricio Rey, presentó el sábado por la noche en el anfiteatro municipal su primer disco solista, "A través del Mar de los Sargazos", y mezcló el pasado, el presente y el futuro, con algunas nuevas canciones. El rito había comenzado el viernes cuando se empezaron a ver las troupes redonditas semiacampadas en las inmediaciones del parque Urquiza entonando sus cantitos y bebiendo la espera. Apenas abrieron las puertas decoraron el cemento y las laderas verdes del anfiteatro con sus trapos que rezan a la eterna mística del grupo de rock más convocante del país y los ubica en un mapa de música y placeres prohibidos. Casilda, Villa María, Boulogne o Córdoba son apenas un puñado de nombres en el vasto universo de humo dulce y rocanrol, el mismo que literalmente inundó la fresca y hermosa noche de luna. El "vamo lo redó" sonó interminable como himno de presentación para un Skay que, vestido por su suegra, tiene más pinta de anti-héroe que de motor de toda esa vitalidad que resuena como música funcional. Con vincha y camisa celeste, y un saco marrón, Skay abrió el show con un tema que a lo mejor resume fielmente su nueva propuesta. El rock tecno-industrial "Gengis Khan" desató la locura de las casi dos mil personas hambrientas de rock. "Kermesse" le siguió y luego del tercer tema, un "Desfile" con sonidos metálicos al estilo de "Ultimo tren a Finisterre", el pogo se hizo fraterno. "Nene, nena" le puso la piel de ricota a más de uno mientras aumentaba la composición verde del ambiente. Camisas al vuelo, ojos chinos y sonrisas con ventanas se mostraban exhuberantes. La interpretación de las canciones heredadas de los Redondos se escuchan con particulares arreglos, un riff remozado o una versión deslizada de género, como "La bestia pop" en su flamante ritmo blusero. De aquellas épocas también la gente gozó de "Roto y mal parado", "El infierno está encantador esta noche" -la mayor expresión de fidelidad y comunión entre los músicos y sus seguidores-, y "Caña seca y un membrillo". De las del disco que Skay vino a presentar se destacaron la profundidad de "La grieta" y la complejidad de "Astrolabio". Y hasta hubo un estreno:"Lluvia sobre Bagdad", un tema nuevo con la guerra en Irak como musa inspiradora. Y claro allí no está el Indio Solari, pero sí su fraseo, intacto en la voz de Skay. Y no tocan Semilla, Walter ni Sergio, muy bien representados. El Negro Colombres le pega a la bata con un caño, Claudio Quartero acompaña justo con sus graves, Oscar Reyna es correcto, mientras Javier Lecumberry hace ruiditos y melodías con sus teclados. Informaron desde la policía provincial que no hubo ningún disturbio pre y post concierto, aunque como de costumbre algunas prevenciones fallaron. Alguien se jugó su recital para entrar con bombas de estruendo. Otro hizo pasar sabe Dios cómo las ya legendarias bengalas para iluminar de rojo sangre la misa ricotera. Afuera uniformados paseaban tranquilos sobre sus caballos como haciéndose los sotas, ante la mirada atenta de los pibes. La presentación en Rosario de "A través del mar de los Sargazos" renovó la estrecha relación de los ricoteros con sus rebeldes promotores. Y si bien el espectáculo fue una fiesta más, algo bajó amargo por la garganta de los viejos carrozas. Skay no es Los Redondos, es sólo una parte de esa historia. Y está bien que así sea. Porque será muy difícil que aquellos tiempos de recitales de sólo mil personas regresen y que Patricio Rey colme estadios. Y para calmar la hambre de ricota, ahora es Skay quien carga con los redonditos.
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