Thomas Mueller
Washington.- El gobierno estadounidense dio una señal clara al otorgar el primer contrato para la reconstrucción de Irak al gigante de la construcción californiano Bechtel: en esta empresa participarán sobre todo compañías de EEUU, y los buenos contactos con la Casa Blanca pueden resultar de utilidad. Un analista del periódico The Washington Post describió el proceso de adjudicación de contratos con las siguientes palabras: "La postura parece ser: «Hey, nosotros pagamos por la destrucción y por eso también deberíamos ser nosotros quienes ganen dinero (con la reconstrucción)»". De todos modos, también en EEUU existe una polémica en torno a la manera en que los contratos fueron adjudicados a firmas locales. Por ejemplo, los demócratas criticaron que en el proceso sumario sólo se permitió la participación de unas pocas empresas elegidas por la administración del presidente George W. Bush. Junto con Bechtel (considerado un importante donante de los partidos políticos en Washington), solamente otros cinco grandes consorcios participaron en la adjudicación del primer gran contrato, estimado en casi 700 millones de dólares. El común denominador de estas seis empresas es que todas forman parte del grupo que más dinero aporta en las campañas políticas. Bechtel, por ejemplo, aportó 1,3 millón de dólares en los últimos cuatro años, la mayoría a los republicanos. Además, Bechtel cuenta con muy buenos contactos en la Casa Blanca. Entre sus asesores o miembros del directorio se contaron, entre otros, George Schultz, secretario de Estado del presidente Ronald Reagan, así como su secretario de Defensa Caspar Weinberger. También el actual jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, intentó en 1983 ganar dinero para Bechtel. En su carácter de enviado de la Casa Blanca a Medio Oriente, en un encuentro personal con el presidente iraquí Saddam Hussein, Rumsfeld abogó por que Bechtel obtuviera la licitación para la construcción de un oleoducto con el puerto jordano de Akaba. El diario The New York Times criticó la rapidez de la selección de los contratistas, en la que sólo participaron empresas de EEUU, y la adjudicación de la obra a una compañía con vínculos tan estrechos con la Casa Blanca. Según el periódico, esto genera una mala imagen en el exterior, a la vez que justifica a quienes sostienen que Washington se lanzó a la campaña militar por el petróleo y otras oportunidades de hacer buenos negocios. Las protestas en el extranjero de que los estadounidenses sólo se reparten el pastel entre ellos hasta ahora no parecen afectar a la Casa Blanca. Colaboradores del gobierno de EEUU dicen que es importante que compañías de ese país se hagan cargo de la reconstrucción, cuyo monto total ascenderá a por lo menos 25.000 millones de dólares, para demostrarle al pueblo de Irak que sus liberadores también traen bienestar para el país. Sin embargo, los consorcios estadounidenses podrán subcontratar a empresas extranjeras. El presidente Bush opina que para las Naciones Unidas y los demás países del mundo quedan suficientes cosas por hacer. La ONU podría hacerse cargo de la distribución de alimentos y de medicamentos, pero el gobierno de Washington no desea que su participación sea mucho más que eso. "En realidad no vemos ningún motivo para una operación de la ONU", señaló un funcionario de la Casa Blanca citado por los medios, mientras que un representante del gobierno dijo al The New York Times: "Nosotros estamos sobre el terreno y por lo tanto somos nosotros quienes determinamos los hechos". (DPA)
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