Debido a los resabios de la guerra que conmueve al mundo, este año no llegarán a la Ciudad Vieja de Jerusalén el millón de fieles que la recorrían durante la Semana Santa, celebración que culmina hoy. Tampoco el Vaticano organizó su tradicional peregrinación. Apenas se estima que habrá ciertos movimientos, en su mayoría locales y de la región, hacia esta ciudad que concentra la historia de la humanidad y a la que rodea una soberbia muralla otomana construida en el siglo XVI.
Tradicionalmente para las celebraciones de Pascua y Navidad las iglesias y los templos de la Ciudad Vieja se colman de visitantes, y en los ritos de las diferentes creencias se escuchan cánticos en griego, armenio y latín. Porque la Ciudad Vieja de Jerusalén es el hogar de judíos, musulmanes y cristianos, que la influenciaron con una multiplicidad de culturas a lo largo de los siglos, y una meca para los turistas peregrinos de todo el mundo.
Con una antigüedad aproximada de 4.500 años, la Ciudad Vieja ocupa apenas un kilómetro cuadrado rodeado de murallas construidas en 1538 por el sultán Suleimán El Magnífico, quien al notar que no estaban bien edificadas ordenó cortar las cabezas de los arquitectos y colocarlas en la Puerta de Yafo, una de las ocho que permiten atravesar esos muros.
Otra es la Puerta de San Esteban, nombre que le pusieron los cristianos que creían que muy cerca de ella el santo había muerto apedreado, y que los judíos llaman la Puerta de los Leones, por los dos animales esculpidos que adornan su frente oriental.
En el corazón de la Ciudad Vieja está la Vía Dolorosa, el camino que siguió Jesús hacia el Calvario. Algunos hechos ocurridos a lo largo de esa vía son relatados en el Evangelio, y otros simplemente recogidos por la tradición.
En la Vía Dolorosa están las 9 estaciones fuera del santo sepulcro -en total son 14-, identificadas por un número y una inscripción; la cuarta estación es el lugar en el que se cree se reunieron María y José, y donde los católicos armenios levantaron un santuario.
Esta Vía es para el Cristianismo uno de sus lugares sagrados, cuyas últimas cinco estaciones están en el interior de la iglesia del Santo Sepulcro, sobre una elevación llamada Gólgota, palabra aramea que significa calavera.
A pesar de su escasa extensión, la Ciudad Vieja está entre las ciudades más antiguas del mundo que siempre estuvieron habitadas, y esta historia puede ser verificada en cada calle.
Los cuatro barrios que conforman la ciudad -el judío, el cristiano, el musulmán y el armenio- no están separados por fronteras visibles, y cobijan al mismo tiempo vestigios de las culturas que ocuparon el territorio. Así se ve en el barrio judío, varios metros bajo el nivel de edificación de la ciudad, "El Cardo", que es un fragmento de la calle central romana y bizantina que se utilizaba como mercado hace casi 2.000 años. Sin embargo, para descubrir los indicios de las diferentes culturas y comprender mejor la génesis histórica de la ciudad es conveniente visitar primero la Torre de David.
La Torre de David
Situada en la puerta de Yafo, la Torre de David, además de estar conformada por estructuras de los períodos romano, bizantino, cruzado, mameluco y turco, alberga el Museo de la Historia de Jerusalén. A través de maquetas, cuadros, esculturas y restos arqueológicos, el museo relata la historia de conquistas y rebeliones, y de construcciones y destrucciones, que padeció Jerusalén.
Cada sala enseña de manera didáctica un fragmento de esta historia, y maquetas de metal de igual tamaño muestran, a modo de planos, las distintas mutaciones de la Ciudad Vieja, con sus áreas edificadas y destruidas por los diferentes pueblos. El museo reseña, además, el momento en que el rey David instaura Jerusalén como capital del reino y centro religioso del pueblo judío en el año 1003 a.C.
Pero Jerusalén debió enfrentar las conquistas del rey babilonio Nabucodonosor en el año 586 a.C; del macedonio Alejandro Magno; la consecuente expansión de los valores griegos en el 332 a.C, y de los romanos a partir de Pompeyo, algunas décadas antes del nacimiento de Cristo. También resistió al emperador bizantino Constantino en el 335; a los musulmanes en el 634; a los cruzados en 1099; a los mamelucos - una aristocracia militar feudal egipcia- en 1250; a los turcos otomanos en 1517, y a los británicos en 1917.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, por resolución de las Naciones Unidas, Israel proclamó su independencia en 1948, y declaró a Jerusalén como su capital.
Tal vez algún día el museo de cuenta de la resolución pacífica que aún está pendiente entre israelíes y palestinos, en su pugna por Jerusalén.